Enseñar a los niños

(Algunos de los pensamientos de este artículo vienen del libro “A generation That Knows Not God” por los hermanos Bob y Sandra Waldron).

Introducción.

          A. "Y se levantó después de ellos otra generación que no conocía a Jehová, ni la obra que él había hecho por Israel" (Jueces 2:10).

          B. La Biblia ofrece muchísimas bendiciones a la humanidad, pero la llave (el acceso a los tesoros) es el conocimiento. Juan 8:32, "Conoceréis la verdad... "

          C. Es necesario, pues, que cada generación aprenda la voluntad de Dios.

I. Lo más importante para los que enseñan la Palabra

          A. Los que quieran enseñar no deben preocuparse demasiado por la técnica o las reglas de enseñar, ni por los materiales o el equipo mejor. ¡Todo esto es secundario!

          B. Lo importante es que con amor, con convicción y con ánimo se enseñe la grandeza de Dios, sus obras maravillosas, explicando la naturaleza de Dios, lo que El requiere de nosotros, cómo Dios siempre ha cumplido su palabra (promesas y amenazas), y que el mensaje llegue al corazón de nuestros hijos, como la flecha da con el blanco.

          C. ¿Cuál es el blanco? Enseñar toda la historia bíblica, con las lecciones que ésta enseña, para que los hijos conozcan y amen a Dios, para que entiendan que al conocer a Cristo conocen a Dios, para que él/ella siga estudiando por su propia cuenta. Darles leche y alimento sólido.

          D. ¡Enséñele a leer y estudiar la Biblia! Si usted le da un pez, le da comida por un día, pero si le enseña a pescar, le ayuda a comer por el resto de su vida.

II. Los padres son los maestros principales

          A. Deut. 31:9-13, habían de leer la ley públicamente cada siete años. Pero ¿cómo podía la gente aprender la ley si se leía solamente una vez cada siete años?

          B. La explicación se encuentra en Deut. 6:4-9. No cada siete años, ni cada siete meses, ni cada siete semanas, ni siquiera cada siete días, sino cada día los padres habían de enseñar a sus hijos. "Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia... antes bien,  las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos" (Deut. 4:9; 6:20-24).

          C. Los padres no pueden enseñar lo que no saben. Por eso ¡los padres deben aprender la Biblia!

          D. "Persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación", 2 Tim. 3:14-15. ¿Quién le enseñó? ¿Quién le persuadió? 2 Tim. 1:5, "trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también".

III. ¿Cuándo deben empezar los padres a enseñar a su hijo?

          A. ¡Cuando nazca! La madre debe darle dos clases de leche al mismo tiempo. Háblele o cántele de Jesús al darle de comer, al cambiar pañales, al preparar la comida, al planchar ropa. En el carro canten himnos, hablen de Josué y Jericó, del Hijo Pródigo, del infante Moisés y del infante Jesús.

          B. Madres, padres, hablen a sus hijitos. Les gusta mucho el sonido de su voz. Nunca se cansan de oír la voz de sus padres. Si les hablan de Dios, de Cristo, de personajes bíblicos, ¡van a conocer a Dios!

          C. No dejen de leerles las mismas historias repetidas veces. Los niños nunca se cansan de oírlas. Nunca se cansan de la atención que sus padres les dan. Anímenles a repetir estos relatos.

          D.. Después de oír unas cuantas veces de José o de Jonás, los niños chiquitos pueden repetir la historia. Sus primeras palabras no serán solamente "Papá" y "Mamá", sino también "Dios", "Jesús", "Moisés". Muy pronto ellos les contarán a sus padres la historia de José, la de Daniel y los leones, de cómo José tomó al niño Jesús y a María y huyó a Egipto, de los pescadores Pedro, Andrés, Jacobo y Juan.

          E. Si su hijito(a) tiene un año o dos años de edad, y no han comenzado a enseñarle, han perdido tiempo muy valioso. Antes de ir a la escuela los niños pueden y deben aprender la historia bíblica y las lecciones principales que esta historia enseña.

          F. Las clases bíblicas en el local deben solamente suplementar                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            la enseñanza de los padres. Si usted depende de estas clases para que enseñen todo lo que sus hijos deben entender de la Biblia, usted pierde la batalla.

IV. Pero ¿cómo se debe enseñar la historia bíblica?

          A. Con convicción y con ánimo: p. ej., Josué 4:6, ¿Qué significan estas piedras?" ¿Cómo deberían explicar las maravillosas obras de Dios? Si al enseñar estamos aburridos o indiferentes, los hijos sabrán que menospreciamos a Dios y sus obras.

          B. Para enseñar la historia bíblica es necesario aprender los eventos principales: la creación, el diluvio, el llamamiento de Abraham, los hijos de Israel en Egipto, la peregrinación en desierto, la conquista de Canaán, periodo de los jueces, el reino unido, el reino dividido, el cautiverio en Asiria y Babilonia y el retorno del remanente. Al hablar de los personajes bíblicos es importante que expliquemos algo del tiempo o periodo en que vivieron.

          C. Gén. 1:1, "En el principio Dios creó los cielos y la tierra". Lo importante es que nuestros hijos sean bien impresionados con el poder creativo de Dios y su gran sabiduría: que Dios hizo los árboles y las flores, que Dios creó el sol, la luna, y las estrellas, como también los peces y ballenas, y que después de crear a los animales hizo al hombre a su propia imagen. Día tras día conviene recordarles que ¡Dios hizo todo esto! Sin duda cuando Jesús dijo, "Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta" (Mat. 6:26), extendió la mano para señalar las aves y otros objetos mencionados en sus lecciones.

          D. ¿Cómo se debe enseñar acerca del diluvio y el arca Gén. 6-8? En estos relatos hay detalles interesantes, pero sobre todo se debe enfatizar que Dios aborrece el pecado y castiga a los hombres malos y desobedientes; que Dios ama y bendice a los obedientes (por eso, debemos aprender y hacer su voluntad); que debemos estar listos porque en un día inesperado destruirá la tierra con fuego (2 Ped. 3:10-13).

          E. ¿Cómo se debe enseñar la historia de José, Gén. 37-50? Hay muchas lecciones valiosas, las cualidades buenas de José y las cualidades malas de sus hermanos. Para comenzar, hablar de la parcialidad del padre (y los malos resultados de esto), del celo y odio de los hermanos, entonces sufrir y regocijarse con José, analizar el por qué del trato duro de sus hermanos, vivir el momento emocionante cuando se descubrió a ellos. Enfatizar que ¡Debemos ser fieles venga lo que viniere!

          F. ¿Qué saben los jóvenes de Samuel, Elías, Eliseo? "Leí de esos hombres hace muchos años". ¿Qué aprendió? ¿Han leído estas historias dos o tres veces? ¡El aprender requiere unas treinta repeticiones! (Compárense las repeticiones de los que levantan pesas).

          G. Hablar mucho acerca de Abraham, José, Moisés, Josué, etc. Dios era muy bueno con ellos porque le obedecieron. Enseñar a los hijos que Dios está con los fieles.

          H. También acerca del diluvio, de Sodoma y Gomorra, de Nadab y Abiú, y Coré, para enseñar repetidas veces que los hombres desobedientes fueron castigados por Dios (aun el profeta Jonás). (Por eso, cuando te portas mal, Dios nos dice que tenemos que castigarte).

          I. ¿Cómo enseñar la historia de Balaam? ¿Abusó de la asna? Se rebeló contra la palabra de Dios. La entendía pero no la quería obedecer.

          J. "¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas" (Heb. 11:32). Estos ganaron grandes victorias sobre sus enemigos porque Dios estaba con ellos. Recuérdese Jueces 7:2, "El pueblo que está contigo es demasiado numeroso para que yo entregue a Madián en sus manos; no sea que Israel se vuelva orgulloso, diciendo: Mi propia fortaleza me ha librado".

          K. Juan 6:9, "Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes y dos pescados". ¿Qué lecciones hay en este capítulo importante? Algunos dicen, "¡Qué bueno, este muchacho compartió su comida con otros!" pero hay lecciones mucho más importantes en este texto.

V. Los hijos deben participar en todo.

          A. Desde luego, los padres son los maestros, pero los hijos deben participar. Deben expresar lo que piensan, lo que creen, sus dudas o inquietudes. Es necesario que entiendan, para que tengan convicciones. ¡Una religión heredada no funciona!

          B. Es necesario convencer a nuestros hijos que el mensaje de la Biblia siempre es aplicable, pertinente. Que nadie piense que los modernos son más sabios que la Biblia. Dios no cambia, el hombre no cambia, el diablo no cambia, el pecado no cambia.

          C. Es muy recomendable que la familia se reúna a la mesa con Biblias e himnarios, y que todos -- hasta los más pequeños -- participen, leyendo, comentando, preguntando, contestando. Que los más chiquitos -- de dos o tres años de edad -- repitan la historia que han aprendido (aunque ya lo hayan hecho docenas de veces), y que los más grandes pregunten acerca de la evolución u otro tema que deberían estudiar.

          D. Y que todos se enseñen a orar, otra vez comenzando con los más pequeños. Que no sea oración memorizada, sino la expresión de sus propios pensamientos.

Conclusión.

          A. ¿Cuáles son las influencias más potentes en la vida de sus hijos? ¿La escuela? ¿Los amigos? ¿La televisión? ¿La iglesia? o ¿LOS PADRES? Es lógico que los padres tengan más influencia que otras personas (o cosas) porque los tienen en los brazos desde que nacen.

          B. ¿Cuál será la herencia que dejamos para los hijos? ¿Dinero? ¿Un negocio? ¿Terreno? ¡El conocimiento bíblico es la herencia verdadera! Y es la herencia que los hermanos más pobres pueden dejar a sus hijos.

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