“Usar bien la palabra”

2 Tim. 2:15

Introducción.

            A. “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad”.

            B. Los que usan mal la palabra no serán aprobados por Dios.

I. Todos pueden entender la Palabra de Dios.

            A. Efes. 3:3, “que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente,  4  leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo”.

            B. Efes. 5:17, “Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor”. Hay dos opciones: ser insensatos o entender el evangelio.

            C. ¿Por qué enviaría Jesús a los apóstoles a predicar el evangelio a todo el mundo si algunos no pudieran entenderlo? Mat. 28:19; Mar. 16:15; Hech. 1:8.

            D. Hechos de los Apóstoles revela que judíos, samaritanos, gentiles, gente “importante” y gente común entendieron el evangelio y que muchos lo obedecieron.

            E. Pero entendieron porque los apóstoles, evangelistas y todos los que proclamaban la palabra la usaban bien.

II. Dios quiere que todos entiendan su Palabra.

            A. 1 Tim. 2:4, “el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad”.

            B. Jn. 8:32, “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Obviamente esto es el deseo (voluntad) de Cristo. 18:37, “Para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz”.

            C. Por eso, Pablo insiste en que la Palabra se use bien, porque Dios que todos la entiendan. Si se usa mal, la voluntad de Dios no se entiende.

III. ¿Cómo se usa bien la palabra?

            A. Ser diligentes en examinar exactamente lo que las Escrituras dicen. Hech. 17:11, “Y éstos (los de Berea) eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así”.

                        1. Es necesario entender cada palabra del texto (consultando el diccionario cuando sea necesario). Neh. 8:8, “Y leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura”.

                        2. Es necesario examinar con cuidado el contexto. ¿Cuál es el tema? ¿Cómo encaja el texto bajo consideración en su contexto? ¿Cuál es el contexto de Mar. 16:17; Hech. 16:30; 1 Cor. 1:17, etc.?

                        3. Tenga cuidado con los “encabezados” en su Biblia, pues no son inspirados. P. ej., antes de Tito 1:5 (Ver. Valera Revisada 1960) el encabezado dice, “Requisitos de ancianos y obispos”, como si fueran dos grupos distintos de hombres; otro es antes de Rom. 11:25, “La restauración de Israel” y el texto no dice nada de la “restauración” de Israel enseñada por los evangélicos).

                        4. Es necesario examinar textos paralelos y otros textos relacionados (que usan las mismas palabras o tratan el mismo tema).

                        5. Es necesario estudiar con cuidado el lenguaje figurado (parábolas, proverbios, alegorías, modismos, hebraísmos, etc.). Es necesario tomar en cuenta las costumbres de la gente.

                        6. Es necesario tomar en cuenta quién habla, a quién, cuándo (bajo qué dispensación o ley), con qué propósito, etc.

            B. Es indispensable que la Palabra no se adultere. 2 Cor. 4:2, “Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios”. Los judaizantes (Hech. 15; Gál. 2, etc.) adulteraban la Palabra, imponiendo la ley de Moisés sobre los hermanos gentiles.

            C. En esta carta Pablo habla de los que no usaban bien la Palabra. 2:17, “Y su palabra carcomerá como gangrena; de los cuales son Himeneo y Fileto,  18  que se desviaron de la verdad, diciendo que la resurrección ya se efectuó, y trastornan la fe de algunos”.

            D. Sobre todo, las Escrituras no deben ser leídas a través de lentes sectarios. Muchos leen sus Biblias habiendo aceptado la teología de alguna religión humana (la Iglesia Católica Romana, iglesias evangélicas, mormones, testigos del Atalaya, adventistas, etc.). Estos no llegarán al conocimiento de la verdad hasta que quiten sus lentes.

IV. También es necesario respetar el silencio de las Escrituras.

            A. “Hablemos donde la Biblia habla, y callemos donde ésta calla”.

            B. Heb. 7:14 es un buen ejemplo del silencio de las Escrituras: “Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio”. No habló nada; por eso, los de la tribu de Judá no podían ser sacerdotes.

            C. Muchos creen que una práctica religiosa es aceptable si las Escrituras no la condenan o prohíben. Con esto justifican el uso de instrumentos de música en el culto de la iglesia. Pero en realidad nadie cree esta regla, pues ¿dónde condenan las Escrituras el uso de incienso, campanas, el rosario, la misa en la iglesia?

            D. La verdad es que el Espíritu Santo ha revelado la voluntad de Dios, 1 Cor. 2:9-14. No tiene que decir “no quiero esto” y “no quiero aquello”, porque El revela y especifica lo que quiere y esto es lo que nos gobierna.

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