Mateo 13

 

          13:1  Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar.  2  Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, {Lc. 5. 1-3.} y toda la gente estaba en la playa.  3  Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar.  4  Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron.  5  Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra;  6  pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó.  7  Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron.  8  Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno.  9  El que tiene oídos para oír, oiga.

          La explicación: 18  Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador:  19  Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino.  20  Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo;  21  pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.  22  El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa.  23  Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno. -- (Mateo 13:1-9; 18-23; Marcos 4:1-9, 14-20; Lucas 8:4-15).

          Esta parábola describe cuatro clases de terreno en las que cae la semilla sembrada. Se llama común­mente "la parábola del sembrador", pero el énfasis no está sobre el sembrador, sino sobre las varias clases de terreno que reciben la semilla. El sembrador (predicador) puede ser bueno o malo, elocuente o aburrido, pero de todas maneras los resultados dependerán en gran manera de los oyentes mismos. Jesús es el Maestro Perfecto, pero no logró convertir a todo el mundo.

          La semilla es la palabra de Dios, Mar. 4:14; Luc. 8:11.

          Las cuatro clases de terreno son cuatro clases de oyentes. La parábola enseña la responsabilidad de oír la palabra, porque por el oír viene la fe (Rom. 10:17). Jesús bien sabía que la semilla no puede germinar y producir en toda clase de corazón humano.

          Multitudes le seguían a veces, pero ¿con qué propósito? Algu­nos le seguían por curiosidad, algunos buscaban panes y peces, algunos tenían motivos políticos y revolucionarios, y otros eran sinceros.

          En esta parábola Jesús les presenta un retrato de ellos mismos; pone delante de sus ojos el espejo para que puedan ver cómo eran (qué clase de oyentes eran). Les cuenta una historia acerca de ellos mismos y de cómo ellos oyen la palabra. ¿Cómo recibirían su enseñanza? De la misma manera en que los varios terrenos de Judea recibían la semilla del sembrador.

          -- parte de la semilla cayó junto al camino.-- Estos oyentes son los que permiten que sus corazones sean "pavimentados" (endurecidos) por todos los sucesos y actividades de esta vida. Su vida ha sido fuertemente afectada e influenciada por los asuntos de la vida diaria: el empleo, la familia, los planes, las bodas, los funerales, los crímenes y docenas de otras cosas. Estos tienen corazones desatentos, insensibles, preocupa­dos e indiferentes en cuanto a los asuntos espirituales. Su intelecto está lleno de prejuicio, la conciencia cauteri­zada y la voluntad perversa. No pone atención a la palabra de Cristo.

          Satanás arrebata la palabra con miles de distracciones. Presenta el error como tan bueno o mejor que la verdad. Presenta ante la atención del hombre toda clase de intereses terrenales, no necesariamente malos en sí, pero demandan la atención y esta clase de corazón no recibe la palabra.

          El diablo sabe el poder de la palabra de Dios. No quiere que nadie permita que entre en el corazón. No quiere que la gente oiga. Si oye, no quiere que crea. Si cree, no quiere que obedezca. Siempre le anima a posponer la obediencia.

          Así es que la semilla fue "hollada, y las aves del cielo la comieron", Luc. 8:5. No hace impresión sobre la mente del oyente.

          ¿Qué se puede hacer para ayudar a los tales? Desde luego, la palabra es muy poderosa (Heb. 4:12; Jer. 23:29). A veces la tribulación prepara el "terreno" para recibir la semilla.

          -- parte cayó en pedregales (sobre la piedra). --  Cae sobre una capa delgada de tierra sobre la roca sólida, donde no hay humedad. Brota pronto pero no puede echar raíces. El punto clave es que PRONTO brota y PRONTO muere. Es cuestión de recibir LUEGO y entonces caer LUEGO. Este es el oyente superficial, emocional, impresionable, impulsivo. Obedece con gozo pero es gozo pasajero. No obedece por convicción. Oye un sermón conmovedor y obedece. Los amigos obedecen, por eso él también obedece. Tal vez obedece durante una "campaña emocionante" (le gustaron los himnos y los hermanos fueron muy amables, etc.), pero no calculan gastos, Luc. 14:25-33. No considera la cruz que debe llevar. No toma en cuenta la oposición que encontrará. Obedece, pero no se acerca a Dios en oración y con lectura bíblica, no es debidamente activo en la iglesia, no se fortifica, no se confirma (Hech. 14:22).

          Vienen persecuciones, tribulaciones, críticas, burlas, pruebas, las cuales deben fortalecerle (Rom. 5:3-5) y acercarlo a Dios, pero más bien le alejan de Dios y le hacen tropezar.

          -- parte cayó entre espinos. --  Los espinos absorben toda la humedad y fertilidad, y ex­cluyen de la planta la luz y el aire; por eso, el creci­miento es retardado e impedido. "El afán de este siglo". Según Mat. 6:24-34 el afán (1) es innecesario, porque nuestro Padre sabe nuestras necesidades; (2) es prohibido, (3) es vano, porque ¿qué logra el afán? Luc. 10:41; 21:34; Fil. 4:6; 1 Ped. 5:7. La ansiedad indica falta de fe en Dios. Indica una preocupación excesiva por los asuntos de esta vida, y una falta de interés en cosas espirituales. El afán de este siglo no quiere decir vicios, sino una preocupación excesiva por tales asuntos como el empleo, el negocio, la educación, y los problemas ordinarios de la vida.

          "El engaño de las riquezas" es muy peligroso. 1 Tim. 6:9,10; Mar. 10:34. La prosperidad es más peligrosa que la pobreza. Recuérdese Prov. 30:8,9. Muchos hermanos abusan de la "tarjeta plástica", haciendo muchas compras y así comprometiéndose más allá de sus posibili­dades, y luego viene un afán abrumador. Esta práctica bien ilus­tra el amor al dinero (cosas materiales). Muchos se entrampan con deudas que nunca pueden pagar. Esta práctica es una forma de mentira y de robo, porque prometen pagar lo que no pueden pagar. La avaricia es idola­tría (Col. 3:5).

          Sant. 1:8; 4:8, Santiago  habla del doble ánimo. Compárense los casos de Balaam, Lot, Demas y otros personajes bíblicos que querían servir a Dios pero también amaban el mundo.

          -- parte cayó en buena tierra. – Esta es tierra fértil, limpia (preparada), húmeda, buena, como Samaria (Jn. 4:35-37; Hech. 8:5-12); los 3000 en el día de Pentecostés (Hech. 2:41); el eunuco (Hech. 8:35-39); Saulo de Tarso (Hech. 9:18; 22:16; 26:19); Cornelio (Hech. 10:33,48); Lidia (Hech. 16:13-15); el carcelero (Hech. 16:30-34); los corintios (Hech. 18:10); y los efesios (Hech. 19:1-5). Estos oyen la palabra, la entienden, la obedecen y llevan fruto. Luc. 8:15, "Son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia". Es el corazón bueno que puede ser conmovido por las grandes verdades del evangelio, y que celosamente las guarda. Oye la palabra atentamente, la estudia, la entiende y la obedece no importa quién la predique, ni con qué motivos la predique, ni quién más la obedezca, ni cuántas ofensas vengan.

          La que cayó en buena tierra no es como la que cayó junto al camino, porque sí entiende. No es que tenga intelecto superior, sino atención superior. No es como la que cayó en la capa delgada de tierra sobre una piedra, porque sí echa raíces y no es vencida por las pruebas de la vida. No es como la que cayó entre espinos, porque evita el afán y el engaño de las cosas materiales. Es la única que lleva fruto, "algunas semillas a ciento por uno, otras a sesenta y otras a treinta". Muchos quieren culpar al "sembrador" (predicador) por el poco fruto que se lleva en la obra, pero Jesús culpa también a los oyentes. La lección es que cada quien debe examinar cuidado­samente su corazón.

          13:10 -- Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas?  11  El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado.  12  Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. {Mt. 25. 29; Mr. 4. 25; Lc. 8. 18; 19. 26.}  13  Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.  14  De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo:  De oído oiréis, y no entenderéis;  Y viendo veréis, y no percibiréis. 15  Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado,  Y con los oídos oyen pesadamente,  Y han cerrado sus ojos;  Para que no vean con los ojos,  Y oigan con los oídos,  Y con el corazón entiendan,  Y se conviertan,  Y yo los sane. {Is. 6. 9-10.} -- En este párrafo Jesús explica el propósito de las parábolas (compárense Marcos 4:10-12; Lucas 8:9-10). Hay parábolas en el Antiguo Testamento (p. ej., Isa. 5:1-7, la parábola de la viña). Un dicho común entre rabinos judíos era "¿A qué lo compararé?" (Mateo 11:16). Jesús las usaba más que nadie. Ni antes ni después ha habido otro maestro que tanto haya enseñado en parábolas. Marcos 4:33,34, "Con muchas parábolas como estas les hablaba la palabra, conforme a lo que podían oír. Y sin parábolas no les hablaba; aunque a sus discípulos en particular les declaraba todo".

          ¿Qué es una "parábola"?  'Parabole' denota lit., un poner al lado (relacionado con 'paraballo', arrojar o depositar al lado, comparar). Significa la puesta de una cosa al lado de otra con el propósito de comparar ... Por lo general se usa de un relato algo largo sacado de la naturaleza o de circunstancias humanas, siendo su objeto la enseñanza de una lección espiritual" (WEV).

          No es "fábula" (véase Jueces 9:14,15). Las fábulas quebrantan las reglas de la naturaleza, dando a los árboles y animales poderes humanos. Las fábulas no podrían servir el propósito de Jesús. Las fábulas enseñan lecciones prácticas pero tienen que ver solamente con relaciones humanas. Las parábolas tratan de nuestras relaciones con Dios; tienen significado celestial y eterno.

          No es "alegoría" (véase Gál. 4:21-26), porque cada detalle de una alegoría representa algo o alguien. Es verdad que a veces los elementos particulares de una parábola tienen significado (como en la parábola del sembrador), pero comúnmente cada parábola tiene una sola lección central. Un error que se comete en el uso de las parábolas es el de buscar el significado de cada detalle de la parábola, aunque Jesús no lo haga. Por ejemplo, cierto predicador presentó un sermón sobre "El Buen Samaritano", y dijo que el viajero representa la raza humana; el dejar Jerusalén representa el apartarse de Dios; Jericó representa la tentación; los ladrones, el diablo y sus ángeles; el sacerdote, el Antiguo Testamento; los levitas, la ley de Moisés; y el samaritano, el Salvador del mundo, pero ¿qué enseñó Jesús en esta parábola? La lección de usar de misericordia con todos, sin acepción de personas, una sola lección muy sencilla y muy preciosa.

          Es verdad que puede haber en algunas de las parábolas más de una lección. Por ejemplo, la parábola de los talentos (Mateo 25:14-30) tiene que ver con la responsabilidad individual, pero también se refiere claramente al juicio final, de recompensa para los fieles y castigo para los infieles.

          Los detalles o circunstancias de la parábola no necesariamente tienen importancia. Esta regla es importante. En la mayoría de las parábolas las circunstancias no tienen significado. Por ejemplo, Mat. 13:44, el pensamiento principal es el gozo del hombre que halló un tesoro. En seguida, Mat. 13:45,46, habla de la perla de gran precio, y el pensamiento principal es el valor del reino.

          Una parábola es una ilustración basada en eventos comunes, las actividades diarias de la gente. Jesús conoce al hombre, y conocía a la gente de Palestina, todo aspecto y detalle de su vida diaria. Leemos sus parábolas y los hogares de aquel tiempo se nos abren. Vemos una mujer haciendo pan; a otra en la costura; la emergencia de aquel que pide pan a media noche para la visita; los ricos con bodegas llenas; el trabajador que no se atreve a comer hasta que el patrón haya comido. Hay contrastes (p. ej., judíos escogidos y samaritanos aborrecidos). Todo el panorama se presenta: el agricultor arando, el pescador con sus redes, la alegría de los que se recibían en las bodas y la tristeza de los que no podían entrar, el edificador construyendo una torre, la viuda ante el juez pidiendo justicia.

          ¿Por qué habló Jesús en parábolas?  (1) Para revelar la verdad. Las parábolas son "ventanas" que dejan entrar la luz. Nos ayudan mucho en nuestro entendimiento de verdades celestiales. Jesús podía "colgar la verdad" sobre las cosas y actividades más comunes para que la veamos y entendamos mejor. Por ejemplo, en este capítulo (Mateo 13) Jesús dice varias veces, "El reino de los cielos es semejante a" y luego sigue la comparación.  Jesús habla de "Los misterios del reino de los cielos". La palabra "misterio" se usa en el Nuevo Testamento en un sentido especial. No significa algo misterioso, oscuro y difícil o imposible de entender, sino algo que no se podía saber sin revelación de Dios (1 Cor. 2:9-13; Efes. 3:3-6). Así Jesús explica con parábolas la naturaleza verdadera del reino. Vemos la armonía entre las parábolas de Jesús y las enseñanza apostólica que se registra en los Hechos y en los otros libros del Nuevo Testamento.

          (2) Para conservar la verdad. Las parábolas nos ayudan mucho para recordar la enseñanza. ¿Quién no se acuerda del "Hijo Pródigo"? Es fácil recordar las parábolas. Cada una es una "obra maestra", sin igual en los escritos y discursos de los más destacados autores, filósofos, estadistas, etc. del mundo entero. Los nombres de Sócrates y Platón son muy reconocidos, pero ¿qué enseñaron?

          (3) Para dejar que sus enemigos se condenaran solos. De esta manera Jesús despertó la conciencia de la gente para que pudiera ver su propia rebeldía. Natán usó este medio (2 Sam. 12:1-7), dejando que David pronunciara su propio castigo por haber adulterado con Betsabé y por haber muerto a Urías. Jesús usó este medio. La parábola de los labradores malvados (Mateo 21:33-46). Dice el v. 45, "Y oyendo sus parábolas los principales sacerdotes y los fariseos, entendieron que hablaba de ellos". Sin embargo, éstos estaban endurecidos en su rebelión y tales parábolas no les detuvieron en su plan de matar a Jesús.

          (4) Para esconder la verdad. Parece que esto contradice lo que ya se afirmó, pero es cierto. Jesús habló por parábolas para ilustrar la verdad para los sinceros y al mismo tiempo para ocultar la verdad de los insinceros. Siempre ha habido personas insinceras que no quieren la verdad, y no la aceptarán cuando se les presente. Al hablar en parábolas Jesús dejó a éstos en oscuridad.

          -- Viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. -- Jesús explica por qué les habla por parábolas. Uno de los  propósitos principales era para esconder la verdad de los insinceros. Muchos de los judíos de aquel tiempo abusaron de su privilegio de aprender la verdad de Dios. Jesús "a lo suyo (su universo, creado por El) vino, y los suyos (los judíos) no le recibieron" (Jn. 1:11). A consecuencia de esto quedaron aun más confirmados en su desobediencia a pesar de haber escuchado estas enseñanzas divinas.

          "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados" (Mateo 5:6). Lamentablemente estos no tenían hambre y sed de justicia. Más bien, tenían sus ojos, oídos y corazones cerrados. Eran como Balaam (Números 22:19) cuando Balac, rey de Moab, ofreció dinero a Balaam para que maldijera a Israel. Dios le dijo, "No vaya con ellos, ni maldigas al pueblo, porque bendito es" (v. 12), pero Balaam dice a los siervos de Balac, "reposéis aquí esta noche, para que sepa qué me vuelve a decir Jehová". No le gustó lo que Dios le dijo y esperaba que cambiara su palabra.  2 Tes. 2:10-12, "no recibieron el amor de la verdad". Este texto nos debe asustar. Pablo dice, "Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira"; es decir, si nosotros no amamos la verdad sobre cualquier asunto, y si queremos creer algo que no es la verdad, estamos en gran peligro de creer una mentira y perder el alma.

          Los judíos vieron los milagros y oyeron la enseñanza, pero su corazón era perverso. Debido a esto los milagros no produjeron en ellos la fe (Jn. 20:30,31). No apreciaron la enseñanza, porque Jesús no enfatizó lo material sino lo espiritual. Jesús es la luz del mundo, pero éstos cerraron sus ojos para no verla.

          Jesús habló en parábolas para que sus enseñanzas fueran más claras y efectivas. El quiere que todos entiendan y se conviertan, pero es imposible entender y recibir el beneficio de Su enseñanza si cerramos los ojos. Es importante recordar que estos judíos ya tenían sus ojos y oídos cerrados antes de oír a Jesús. Llegaron a escucharle con sus ojos y oídos cerrados. Por eso les habló en parábolas. Ya hemos visto la hostilidad de ellos (9:11,34; 11:20-24; 12:2,14,24). El reaccionó a ellos de acuerdo a su reacción a El. "Y no hizo allí (Nazaret) muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos" (13:58). Cuando Faraón endureció su corazón, Dios endureció su corazón.

          Los que predicamos y enseñamos la palabra comprendemos perfectamente lo que Jesús dice en este texto. Por más que prediquemos con convicción y fervor, los oyentes a veces se ven congelados en su indiferencia hacia el mensaje. Como dice el comentarista Barclay, "Nuestras palabras se van con el viento; nuestro mensaje choca con la barrera impenetrable de la indiferencia de los hombres". Con estas palabras este autor se condena solo.

          13:16 -- Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.  17  Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron. {Lc. 10. 23-24.} -- Los discípulos de Jesús son muy bendecidos. Se enriquecieron cada vez más por su buena actitud hacia la verdad, pero los otros se empobrecieron cada vez más por su rebeldía.

          13:24 --  Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo;  25  pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue.  26  Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña.  27  Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña?  28  El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?  29  El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. 30  Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.

          La explicación:

          13:36 --  Entonces, despedida la gente, entró Jesús en la casa; y acercándose a él sus discípulos, le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo.  37  Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre.  38  El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo.  39  El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles.  40  De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo.  41  Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad,  42  y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. .  43  Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oir, oiga.

          ¿Cuál es la lección principal de esta parábola? En­seña que habrá separación completa de los buenos y los malos solamente en el fin del mundo. Trata de la coexistencia del bien y del mal en este mundo. Los judíos esperaban la venida de un Mesías revolu­cionario que de una vez acabaría con los ene­migos de ellos. Esta parábola refuta esa idea errónea.

          No trata de la disciplina en la iglesia. Este texto se ha empleado mal para refutar la prác­tica de disciplina en la iglesia. Tal explicación contradice varios textos claros sobre la necesi­dad de la disciplina en la iglesia. Este texto no tiene nada que ver con ese tema. "El reino de los cielos es semejante"; es de­cir, esta parábola ilustra un aspecto del reino, el aspecto del juicio de Dios sobre los malos.

          La parábola y su explicación (Jesús mismo la explica). (1) El sembrador es el Hijo del Hombre (v. 37). (2) La buena semilla en esta parábola no es la palabra de Dios como en la parábola ante­rior (véase Marcos 4:14; Lucas 8:11), sino "son los hijos del reino" (v. 38). (3) El campo es el mundo (v. 38). Obsérvese que el campo no es la iglesia, sino el mundo. Es necesario dejar que Jesús mismo explique esta parábola. (4) La cizaña son los hijos del malo (maligno) (v. 38). (5) Los siervos, v. 27, no son los hijos del reino. No son los ancianos de la iglesia. En esta parábola los siervos son los que pudieran hacer -- si fuera la voluntad de Dios -- lo que harán los ángeles en el fin del mundo, a saber, sepa­rar los malos de los buenos. (6) El enemigo que siembra la cizaña es el diablo. Según la Biblia el diablo (Satanás) existe. Es una realidad. Es el verdadero ene­migo de Dios y de toda justicia. Es el padre de la mentira. Su propósito es destruir el alma del hombre. Al hablar del diablo mucha gente habla en broma, pero Jesús habló de él con toda seriedad . (7) La siega es el fin del siglo (mundo), v. 39. La siega -- la separación de los malos y los buenos -- no se puede llevar a cabo ahora. ¿Quién sería adecuado para esta gran tarea? Los hombres juzgan por apariencias (1 Samuel 16:6,7). (8) Los segadores son los ángeles. Los hom­bres no son capaces de hacerlo, ni ahora ni en el día final.

          El "reino" (en esta parábola) equivale al "mundo". No se refiere a la iglesia, sino como Jesús dice claramente, se refiere al mundo.

          En un sentido la iglesia sí es el reino. En muchos textos las palabras "iglesia" y "reino" se usan inter­cambiablemente, como, por ejemplo, en Mateo 16:18,19. (1) Tienen la misma cabeza. El Rey del reino (Apocalipsis 19:16) es la Cabeza de la iglesia (Efesios 1:22,23). (2) Los requisitos de entrada iguales. Juan 3:5 nos dice cómo entrar en el reino. El agua de este texto es el bautismo. 1 Cor. 12:13 dice que somos bautizados en el cuerpo que es la iglesia. (3) La cena del Señor está en la iglesia (1 Corintios 11:23-27) y esta misma mesa (1 Co­rintios 10:21) está en el reino (Lucas 22:30).

          La casa de Dios, profetizada en 2 Samuel 7:13,14; Isaías 2:2-4, etc. es el reino de Cristo (la iglesia de Cristo) (1 Timo­teo 3:15). Dios no tiene dos casas espirituales.

          Pero su reino en sentido absoluto es mundial. Por lo tanto, en esta parábola la palabra "reino" no se refiere a la iglesia, sino al reino mundial de Dios, su reinado sobre el uni­verso entero. Debemos orar por los gobiernos (1 Timoteo 2:1-4) porque Dios tiene todo poder sobre todos los reinos del mundo. Su "reino" o reinado en este texto se ilustra en Lu­cas 19:14,27; Mateo 28:18; Efesios 1:20-23, etc.

          -- ¿Dejad crecer malos y buenos en la iglesia? De ninguna manera. Esta parábola no habla de la disciplina de la iglesia porque el tema de esta parábola no es lo que pasa en la iglesia sino en el mundo. Si esta parábola enseñara el no practicar la disciplina en la iglesia habría contradicción en­tre este texto y los siguientes textos: Mateo 18:15-17; Romanos 16:17; 1 Corintios 5; 2 Tesalonicenses 3:6,14; y Tito 3:10. Jesús no habla del mal en la iglesia, sino del mal en el mundo entero. Habrá malos y maldad hasta el fin. La lec­ción central de esta parábola es la siguiente: hasta el fin del mundo habrá malos hombres y toda clase de maldad. La venida del Mesías no cambió eso. Los judíos creían que su Mesías traería perfecta paz a los judíos y una completa victoria sobre sus enemigos. Su ilusión era sentarse cada uno de ellos bajo su propia higuera y ser servido por los gentiles. Esperaban un verdadero paraíso aquí en la tierra. Pero muy al contrario, los seguidores de Jesús (el verdadero Mesías) siempre han sido perseguidos (Mateo 5:10-12). Siempre ha habido falsos maestros (Mateo 7:15-20). Desde que Jesús vino ha habido en­gaño, violencia, hipocresía y toda clase de mal­dad en el mundo. Cristo tiene toda potestad, y el evangelio es el poder de Dios para salvación, pero Jesús nunca dijo que su evangelio y su reino espiritual (su iglesia) acabaría con la maldad en este mundo.

          Jesús no trajo revolución en sentido político. No vino con armas carnales (2 Cor. 10:3-5). Su evangelio y su reino han tenido mucho impacto sobre el mundo, pero obra como luz, como sal, y como buena levadura.

          Los "testigos" del Atalaya tienen más o menos el mismo sueño ahora que los judíos tenían. Creen que la tierra será un paraíso para ellos después del "Armagedón". Todos los milenarios (los que creen en un reino de mil años aquí en la tierra) comparten este sueño. Hay variaciones de esta teoría, pero básicamente la esperanza de todos los mile­narios es la misma, a saber, otro huerto de Edén aquí en la tierra (el paraíso restaurado). La teoría queda refutada por la parábola de la cizaña. Jesús dice claramente que hasta el fin del mundo habrá malos entre buenos aquí en el mundo. Nunca habrá aquí en la tierra ninguna especie de paraíso.

          Debemos apreciar y nunca olvidar que esta parábola demuestra la gran bondad de Dios. Recordemos tales textos como Romanos 2:4; 1 Timoteo 2:4; 2 Pedro 3:9 que hablan de su bondad y su paciencia en darnos múltiples oportunidades para arrepen­tirnos y prepararnos para el juicio final. Especialmente 2 Pedro 3:15, "Y tened en­tendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación"; es decir, su paciencia en no acabar con el mundo (v. 9-12) es para darnos más tiempo para arrepentirse y prepararnos para nuestro encuentro con Dios en el día final. Si los malos deberían sacarse del mundo, ¿cuántos de nosotros estaríamos todavía aquí?

          Recogerán de su reino -- (es decir, de la completa familia humana sobre la cual Cristo tiene toda potestad, Mateo 28:18) "a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen ini­quidad". Es importante observar que el campo en el cual la semilla fue sembrada equivale al reino del cual los malos son saca­dos. El sem­brador no puede sembrar en un lu­gar y luego recoger en otro lugar. El campo (que es el mundo) equivale al reino en esta parábola. Compárese Lucas 19:12,14,27. En esta parábola vemos que los súbditos del Señor no son únicamente los que le sirvieron volun­tariamente, sino los otros que no querían que él reinara sobre ellos; es decir, el reino de éste consistió tanto de malos como de buenos.

          El castigo de los malos se describe así: "y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes" (véanse 2 Tesaloni­censes 1:7-10; Apocalipsis 20:11-15; 21:8).

          La bendición de los justos se describe así: "Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre". ¿Somos "hijos del reino" o "hijos del maligno"? En aquél día final ¿seremos castigados en el horno de fuego o resplandeceremos como el sol en el reino del Padre?

          12:31  Otra parábola les refirió, diciendo: El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo;  32  el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas.  33  Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado.  (Marcos 4:30-32; Lucas 13:18-21).  -- ¿Vino Jesús para llevar a cabo cambios revolucionarios? Recuérdese que los judíos -- incluyendo a los discípulos de Jesús -- esperaban que con la venida del Mesías vendrían también cambios revolucionarios. Este concepto se observa, por ejemplo, en Mateo 11:12; Juan 6:15. Querían usar a Jesús como "bandera para revolución".

          ¿Cómo se establecen y se extienden los reinos del mundo? Por medio de compras o de conquistas. Pero Jesús no tenía dinero (Mateo 8:20). No levantó un ejército y prohibió el uso de la espada en su defensa (Mateo 26:51-53). No buscó alianzas con los gobiernos del mundo. No formó ningún partido político. No levantó ningún movimiento para resistir al gobierno romano; al contrario enseñó que debemos pagar los impuestos al gobierno (Mateo 22:21; Romanos 13:7). No incitó a la gente a protestar contra la esclavitud y otras injusticias sociales.

          ¿Cómo, pues, podía crecer su reino? Estas dos parábolas contestan esta pregunta. El crecimiento de su reino sería como el crecimiento de una semilla de mostaza. Su influencia sería como la de levadura escondida en tres medidas de harina.

          El crecimiento del reino se realiza a través de enseñar la palabra. Cristo dedicó su vida a enseñar en las sinagogas, sobre el monte, a la orilla del mar, en la plaza, en el templo, en las casas y en cualquier otro lugar donde había gente que le escuchara. Cristo escogió a los doce y los envió a predicar (Mateo 10). Escogió a los setenta y los envió a predicar (Lucas 10). Como los reyes del mundo preparan y envían soldados para las campañas para conquistar nuevo territorio, así Cristo preparó y envió a sus discípulos con "la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios" (Efesios 6:17) para extender su reino. Jesús dice, "Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí". No hay otra manera. Dentro del reino de Cristo (bajo el nuevo pacto) ninguno dirá a su hermano, "Conoce al Señor; porque todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor de ellos" (Hebreos 8:11). No hay nadie en el reino de Cristo que no haya conocido al Señor a través del evangelio.

          Los apóstoles persuadieron a muchos. Los apóstoles fueron enviados a predicar el evangelio y a persuadir a los que les escucharan. Dice Hechos 19:8, "discutiendo y persuadiendo acerca del reino de Dios". Dice Hechos 28:23 que Pablo estaba "persuadiéndoles acerca de Jesús". El otro sermón potente, aparte de la predicación del evangelio, que produce el crecimiento del reino es el sermón de la vida fiel de los discípulos de Cristo (Mateo 5:13-16; 1 Timoteo 4:12; 1 Pedro 3:1,2; 5:3, etc).

          El reino creció en el primer siglo. Comenzó como semilla de mostaza. Muchos menospreciaron a Jesús. "¿No es éste el hijo del carpintero?" Era reconocido como el carpintero de Nazaret (Mateo 13:55). "¿De Nazaret puede salir algo bueno?" (Juan 1:46). Creían que Jesús era hombre insignificante entre ellos. No esperaban nada de importancia de El. En cuanto a sus seguidores, Jesús les dijo, (Lucas 12:32), "No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino". Jesús y sus discípulos eran como el pequeño grano de mostaza, "el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas". El reino no se preparó para reyes, príncipes, ricos y famosos, sino para la "manada pequeña" que sinceramente seguía a Jesús.

          Un pequeño grupo de discípulos se reunieron en el aposento alto en Jerusalén para perseverar en oración, y para esperar el momento en que los apóstoles recibirían el prometido poder del Espíritu Santo (Hechos 1:13; 2:1-4). Eran "hombres sin letras, y del vulgo" (Hechos 4:13). ¿Cómo podían tales hombres servir como los pilares del nuevo reino? La respuesta se halla en 1 Corintios 1:26-29, Dios escogió lo menospreciado del mundo a fin de que nadie se jacte en su presencia.

          -- La levadura en la harina. La influencia poderosa del evangelio. Como la levadura trabaja y transforma la masa, así el evangelio del reino tiene gran poder transformador en el mundo. Dice Pablo (Romanos 1:16), "Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree". En la misma carta explica cómo nuestras vidas son transformadas (Romanos 12:1,2).

          Esta parábola nos recuerda de lo que Jesús dice en Mateo 5:13-16. Dice que sus discípulos tienen un efecto (impacto) muy positivo sobre la sociedad humana, como la sal preserva de la corrupción y como la luz alumbra y acaba con las tinieblas. Estas enseñanzas nos hacen ver que los cristianos no deben llevar una vida aislada o monástica, porque deben estar asociados con los del mundo para influir en sus vidas para la salvación. Jesús hablaba del mal en el mundo, pero dijo que en lugar de ser vencidos por el mal debemos vencer el mal con el bien. La levadura es invisible, pero es muy "contagiosa" y sigue trabajando hasta que todo sea leudado. Jesús no creía que El tenía que estar siempre enseñando a una multitud de gente. Se observa varias veces hablando con una sola persona o con dos o tres. Escogió a los doce para que ellos estuvieran con El (Marcos 3:14), y estar bajo su influencia durante unos tres años y medio. Dice Marcos 6:56, "y todos los que le tocaban quedaban sanos". Este texto se refiere a la sanidad del cuerpo, pero se puede decir lo mismo en cuanto a lo espiritual.

          El evangelio tuvo gran impacto sobre el imperio romano. La verdad de lo que Jesús dice se puede ver claramente en los primeros siglos. El evangelio del reino trajo grandes bendiciones para todo el imperio romano, pero especialmente para el esclavo, el pobre, la mujer, los ancianos y niños y se puede decir que todo segmento de la sociedad humana recibió y sigue recibiendo ricas bendiciones. Es interesante leer lo que se dijo en Tesalónica (Hechos 17:6) acerca de Pablo y sus compañeros, "Estos que trastornan el mundo entero también han venido acá". Lo que ellos llamaron "trastornar" era y es en realidad la obra de transformar de acuerdo a la voluntad de Dios. Véase también Hechos 19:19, 23-27. Verdaderamente el evangelio de Cristo tuvo un gran impacto sobre el imperio romano.

          No se puede apresurar el crecimiento verdadero. Queremos resultados rápidos. A veces pensamos humanamente y queremos resultados inmediatos. Queremos crecimiento rápido. A veces sacudimos el árbol cuando la fruta todavía es verde. Cristo sabía que el proceso de enseñar requiere tiempo. El invitaba a todos, pero no apresuraba a nadie a convertirse en discípulo. En lugar de apresurar a la gente, Jesús siempre explicó lo difícil de ser discípulo. Véanse Mateo 10:34-39; 16:24. El habló de calcular gastos, Lucas 14:25-33. No quería desanimar a nadie, pero quería y quiere que todos le obedezcan "con los ojos abiertos".

          Jesús y los apóstoles nunca usaron tácticas carnales. Hoy en día las iglesias -- incluyendo algunas iglesias de Cristo -- emplean tácticas políticas y comerciales para ganar más miembros. Usan mucha "carnada" para "pescar" más gente. Ofrecen comida, ropa, atención médica, escuelas, asilos, actividades sociales, construyen "templos" elegantes, ocupan predicadores elocuentes, etc. En el entrenamiento de los miembros para la obra personal se usan los medios efectivos de los agentes vendedores. Si vamos a usar medios carnales, ¿por qué no usamos la pistola? ¿por qué no ganamos gente como los españoles "ganaron" a los indios? Léase 2 Corintios 10:3-5. Recuérdese la profecía citada por Jesús en Mateo 12:19,20, "No contenderá, ni voceará, ni nadie oirá en las calles su voz. La caña cascada no quebrará, y el pábilo (la mecha) que humea no apagará, hasta que saque a victoria el juicio".

          Muchos están encantados de lo grande. Muchos -- aun en la iglesia del Señor -- están encantados de lo grande: grandes edificios (rascacielos), grandes bancos (con sus millones y billones), grandes aviones y buques, grandes ciudades (con sus cámaras de comercio muy ambiciosas), etc., como si lo más grande fuera lo mejor. Muchos hermanos creen que las iglesias deben tener campañas en el coliseo, y juntar el dinero de miles de iglesias para algún proyecto "mundial". Pero Jesucristo habla del "más pequeño en el reino", de "un vaso de agua fría", de las "dos blancas" que la viuda dio, de "un talento", de "una oveja perdida". Dio mucha atención a un hombre que, aparte de ser un odiado cobrador de impuestos romanos, "era pequeño de estatura". Jesús no enseña que lo más grande es lo mejor. Nunca se sintió orgulloso de los grandes números que le seguían; al contrario, al ver la multitud comenzaba a enfatizar lo espiritual en lugar de lo material, y les habló de la necesidad de calcular gastos para ser su discípulo.

          En conclusión, es muy cierto que el principio de la obra de Cristo fue pequeña. Pero Hechos 2:41 habla de la conversión de tres mil personas; Hechos 4:4 dice que "el número de los varones era como cinco mil"; y luego Hechos 6:7 dice, "Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente".

          Hechos describe el crecimiento. Hechos 1:8, Jesús dice que sus apóstoles serían testigos en Jerusalén, en Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra. Es muy interesante seguir la historia del crecimiento del reino como Lucas la registra a través de este libro.

          13:34 -- Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba;  35  para que se cumpliese lo dicho por el profeta (David, Hech. 2:30), cuando dijo:  Abriré en parábolas mi boca;  Declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo. {Sal. 78. 2.} – En el Sermón del Monte Jesús enseñó en lenguaje literal en cuanto al carácter y los deberes de sus discípulos, pero al describir la naturaleza del reino (que todavía no se había establecido) habla a la multitud en parábolas. Eran las “cosas escondidas desde la fundación del mundo” y apenas ahora aquí en el cap. 13 se están revelando, primero en parábolas y después en lenguaje literal. Pablo habla de este “misterio” en Efesios 3:3-9.

          13:44 -- Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo. 45  También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas,  46  que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró. -- Hay dos pensamientos principales en estas dos par bolas: el valor del reino y el gozo de encontrarlo. La parábola de cosas perdidas (la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo perdido) dan énfa­sis al valor de los perdidos y el gozo de hallarlos. Estas dos parábolas hablan del valor del reino y el gozo de hallarlo. En estas dos parábolas se ve cómo el reino afecta al individuo. El hallar este tesoro es asunto in­dividual. La relación con Dios es asunto individual.

          -- tesoro escondido … el cual un hombre halla.  Muchos atesoraban bajo tierra (Mateo 25:25) sus posesiones valiosas por temor de ladrones, invasiones, revoluciones, etc. No había bancos. Consistía de oro, plata, varias clases de monedas, joyas, y otras cosas valiosas. Muchos tesoros fueron perdidos debido a guerras, cambio de gobierno, la muerte del dueño (por ejemplo, en batalla), etc., y nadie sabía de ellos.

          Fue hallado por los que buscaban tales tesoros (Job 3:21; Prov. 2:4), o tal vez más comúnmente fue hallado por los que trabaja­ban la tierra. La ley judaica (tradicional) era de que tales ha­llazgos pertenecían a quien los descubriera.

          El evangelio es un verdadero tesoro. En la carta de Pablo a los Efesios hallamos la palabra "riquezas" cuatro veces. Dice Efesios 3:5 que "en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de hombres". Así es que la idea de tesoro "escondido" es apropiado. Pablo emplea la palabra "riquezas" en sus cartas. Dice en 2 Corintios 4:7, "tenemos este tesoro en vasos de barro". En Efesios 3:8 habla de "las inescrutables riquezas de Cristo" porque el evangelio revela a Cristo (su vida, crucifixión, resurrección y ascensión) y la sal­vación que recibimos a través de El. El evangelio nos salva de la culpa del pecado, nos limpia de la contaminación del pecado,  y nos entrega de las consecuencias del pecado. La obediencia al evangelio nos pone en Cristo y recibimos todas las bendiciones es­pirituales (Efesios 1:3).

          La parábola ilustra el gozo de hallar el reino. (1) "Hemos hallado al Mesías" (Juan 1:40-46). Este texto habla de dos hermanos que "hallaron" al Mesías y luego "hallaron" a sus hermanos (en la carne) para compartir con ellos las buenas noticias. (2) La mujer samaritana, cuando "halló" al Mesías, "dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?" (Juan 4:28,29). (3) El eunuco etíope leía Isaías 53 sin entendimiento, pero "halló" al Mesías cuando Felipe, comenzando en esa misma Es­critura, le predicó el evangelio. En ese mismo día el eunuco fue bau­tizado. Cuando subió del agua "siguió su camino gozoso" (Hechos 8:35-39). (4) Saulo, Cornelio, Lidia, el carcelero "hallaron" este mismo tesoro. El libro de Hechos nos habla de estos y otros casos y cada uno indica un gran interés en hallar este tesoro. Hechos 16:33,34 dice que el carcelero y su casa fueron bautizados en aquella misma hora de la noche (a medianoche), "Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios".

          Los conversos mencionados en Hechos aceptaron el evangelio como buenas nuevas. Se compara no con un funeral sino con una celebración de bodas. No somos invitados a una vida triste, sino a una vida bendecida y feliz.

          -- vende todo lo que tiene. -- Dice Cristo que cuando el hombre halló el tesoro, "gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo". Dice Jesús, "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y sígame" (Mateo 16:24).

Para ser cristiano es necesario que cada persona venda "lo que tiene"; es decir, hacer todo lo necesario, cueste lo que cueste, para ser obediente y cumplido en el servicio de Cristo.

          -- La perla de gran precio -- El valor del reino. Esta parábola enseña el gran valor del reino. Jesús habla del "mercader que busca buenas perlas".  El las busca. Jesús había dicho, "buscad y hallaréis ... el que busca halla" (Mateo 7:7,8). ¿Por qué halló este hombre la perla de gran precio? Porque la buscó. Fueron recompensados sus esfuer­zos. Dice Hechos 17:11, "Y éstos eran más nobles que los que es­taban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solici­tud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así".

          Era perla única. Este hombre que ya tenía perlas buscó y halló otra perla, una perla muy especial, una de gran precio, una que valía más que todas las demás. También nosotros debemos buscar la perla única. Hay solamente una perla "de gran precio". Hay un solo Salvador. Hay un solo evangelio. Hay una sola iglesia. Hay una sola esperanza. Dice Efesios 4:4-6, "un cuerpo, y un Espíritu ... una misma esperanza ... un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre". Hoy en día hay varios dioses, cristos, evangelios, iglesias, esperanzas, etc. Dicen al­gunos maestros religiosos que hay muchos caminos al cielo, y que cada persona puede escoger el camino que le convenga. Pero como vemos en esta parábola que había una sola perla de gran precio, así también la Biblia enseña que hay un solo camino al cielo (Juan 14:6; Hechos 24:14).

          Reconocieron el valor del tesoro y de la perla. Lo re­conocieron y lo apreciaban. Lo estimaban. Los que rechazan el evangelio no reconocen su valor. Para ellos no tiene valor. Otras muchas cosas sí tienen valor, pero el evangelio no. Todo el mundo busca lo que considera de valor, lo que vale la pena. El evange­lio trae salvación del alma, reconciliación con Dios, el gozo verdadero, paz y contentamiento en cualquier circunstancia de la vida, y la esperanza de vida eterna, pero estas cosas no tienen valor para la mayoría de la gente. Para ellos solamente las cosas de esta vida (cosas materiales, placeres, honores hu­manos, etc.) tienen valor.

          -- vendió todo-- En las dos parábolas dice Cristo que vendieron todo. El que halló el tesoro vendió todo con gozo. Nadie le obligó a vender todo. Lo hizo voluntariamente. También el que compró la perla de gran precio estaba dispuesto a vender todo. ¿Qué se vende? ¿Qué significa esto para nosotros? ¿En qué sentido debemos "vender todo"? En el sentido de Mateo 10:37,38; 16:24; Lucas 14:33; 1 Corintios 9:27. Es lo que el joven rico no quería hacer (Mateo 19:21,22). Hay que “vender” placeres, honores (Filipenses 3:3-8), pose­siones, cultura y costumbres, hábitos, lazos familiares, en fin, todo aque­llo que se pudiera apreciar más que Cristo, cualquier cosa que pudiera estar en conflicto con nuestra lealtad a El.

          -- y la compró -- Debemos aprovechar la salvación que Dios nos ofrece. Cada quien debe apropiarse de ella. Debe adueñarse de ella. De otro modo esta gran bendición no es bendi­ción para nosotros. El evangelio no fue revelado solamente para ser admirado por la gente. Dice Proverbios 23:23, "Compra la verdad, y no la vendas". En cuanto a la salud de la  familia mu­chos hombres buscan atención médica "cueste lo que cueste". En cuanto a la edu­cación, muchos pagarán casi cualquier precio para obtenerla. Así son muchos con respecto a sus propósitos serios. Se cree que cualquier precio, por exagerado que sea, es justo y razonable y no demasiado caro.

          ¿Qué buscamos nosotros? Muchos buscan el "tesoro" y "la perla" de ganancias materiales, o de placeres, o de influencia mundana, o de educación, etc. Se engañan a sí mismos creyendo que estas cosas son las más importantes. El verdadero tesoro, la perla más valiosa, es el evangelio del reino. Debemos obtener esta riqueza "cueste lo que cueste". Si sabemos apreciar "las inescrutables riquezas de Cristo", haremos cualquier sacrificio con gozo para obtener­las. Muchas personas, al oír el evange­lio puro, han dicho, "Es lo que yo buscaba". Esto ocurre conti­nuamente cuando los cristianos enseñan el evangelio a otros. En­tonces hay mucho gozo no solamente en el corazón de la persona que halle el tesoro, sino también en el corazón de la persona que le enseñe.

          Gracias a Dios, todos pueden hallarlo. "Buscad a Jehová mientras puede ser hallado" (Isaías 55:6). Ahora mismo El puede ser hallado por los que le buscan. Romanos 10:20 dice, "Fui hallado de los que no me buscaban; me manifesté a los que no preguntaban por mí". Esto se refiere a los gentiles quienes por tantos siglos se habían hun­dido en idolatría e ignorancia. Cuando se les predicó el evange­lio, muchos de ellos quebraron sus ídolos, quemaron sus libros de artes mágicas, confesaron a Cristo y comenzaron a andar en vida nueva. Ahora todos pueden hallar a Dios a través de Cristo.

          13:47 -- Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces;  48  y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera.  49  Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos,  50  y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. -- ¡La red barredera, una ilustración muy apropiada!  "Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa" (v. 1,2). Era muy apropiada, pues, la parábola de la red. Pedro, Andrés, Jacobo, Juan y muchos de los que escuchaban estas parábolas eran pescadores. En esta parábola Jesús se refiere a una práctica muy común, bien conocida por los oyentes. El trabajo diario de los pescadores era el de recoger los peces buenos en vasijas y echar fuera los que no servían. Su trabajo diario bien ilustraba el juicio final.

          En la parábola de la cizaña la lección principal es que es necesario esperar hasta el fin del mundo para la separación de los malos y buenos. En esta parábola el énfasis parece ser que esa separación es ineludible.

          ¿De qué clase de red habla Jesús? La traducción de la Biblia de las Améri­cas es correcta. Se trata de una red barredera, con flotadores de corcho arriba y hundida con plomo abajo. Había tres clases de red: (1) "Amphiblestron, lit., algo echado alrededor, denota una red arrojadiza, de tamaño más bien pequeño, echada por encima del hombro, y que se extendía en un círculo, y se hacía hundir medi­ante pesos, Mt 4:18". (2) "Diktuon, un término general para una red, Mt 4:20,21". (3) "Sagene denota una red de arrastre, una jábega o barredera; con ésta se actuaba de dos maneras distintas: bien se dejaba caer al agua y luego se recogía en un círculo en progresivo estrechamiento, halándose después al borde, o bien como un semicír­culo arrastrado a la playa, Mt 13:47, donde los nos. 1 y 2 no hu­bieran sido tan apropiados" (WEV).

          -- recoge de toda clase -- Esta red es como una cerca o muralla que barre todo hacia la playa. De esta manera Dios "barre" -- ineludible­mente -- a todos hacia el día final y la separación de malos y buenos. Dios no hace acepción de personas (Hechos 10:34,35; Romanos 2:11). Nadie será exento. Nadie puede escapar de la red.

          ¿Enseña esta parábola que hay buenos y malos en la iglesia? No. Los ángeles no son ancianos. Algunos usan mal esta parábola como usan mal la parábola de la cizaña. No se refiere a la iglesia. No tiene nada que ver con la disciplina de la igle­sia. Tal vez lo que confunde a algunos hermanos es la expresión, "El reino es semejante". Todos sabemos que en muchos textos se usan los términos "iglesia" y "reino" intercambiablemente (véase el estudio sobre la parábola de la cizaña). Pero en estas parábo­las Jesús está ilustrando ciertos aspectos del reinado mundial o universal de Dios sobre la familia humana. Es verdad que en un sentido el evangelio es como una red y que los que predican son pescadores, pero en esta parábola la red no es el evangelio, sino es la acción de los ángeles en el fin del mundo.

          Hacen lo que la iglesia no puede hacer. La obra de la igle­sia es importantísima. Es la casa de Dios y es columna y baluarte de la verdad (1 Timoteo 3:15). La iglesia hace separación entre los malos y buenos en el sentido de rescatar a algunos del mundo. También es cierto que la red del evangelio recoge malos y buenos en el sentido de que algunos de los que profesan ser cristianos no son sinceros, pero esta parábola no habla de lo que la iglesia hace, sino de lo que los ángeles harán, y de la separación final de los malos y buenos en el fin del mundo. Los ángeles son los que sacan la red. Son los que separan a los buenos de los malos. Ellos hacen lo que la iglesia no puede hacer.

          Hay diferencia entre los malos y los buenos. Muchos niegan o ignoran esto. Dios dice en Malaquías 3:14,15 que el pueblo hablaba contra El diciendo "Por demás es servir a Dios. ¿Qué aprovecha que guardemos su ley, y que andemos afligidos en presencia de Jehová de los ejércitos? Decimos, pues, ahora: Bienaventurados son los soberbios, y los que hacen impiedad no sólo son prosperados, sino que tentaron a Dios y es­caparon". Esta actitud es común hoy en día. Muchos creen que no hay diferencia entre los que profesan ser cristianos y los demás. Desde luego puede haber insinceridad entre los que asisten a alguna iglesia y profesan ser cristianos. Aun entre hermanos en Cristo hay falsedad. Un día sabrán la diferencia, pero esto no quiere decir que no hay diferencia entre los del mundo y los verdaderos cris­tianos. Hay gran diferencia. Dice Malaquías 3:18, "Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve". Esta parábola enseña con toda claridad esta verdad.

          El tema del Salmo 73 es el destino de los malos. El salmista admite que envidiaba a los malos. "En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies; por poco resbalaron mis pasos. Porque tuve envidia de los arrogantes, viendo la prosperidad de los impíos" (v. 2,3). Aun se convencía que "en vano he limpiado mi corazón, y lavado mis manos en inocencia" (v. 13). Le era "duro trabajo" meditar en esto. Pero en el v. 17 dice, "Hasta que entrando en el santuario de Dios, comprendí el fin de ellos. Ciertamente los has puesto en deslizaderos; en asolamientos los harás caer". Entonces admite su ignorancia: "Tan torpe era yo, que no entendía; era como una bestia delante de ti" (v. 22).

          Habacuc luchaba con este problema. Dice a Dios (1:13), "¿Por qué ves a los menospreciadores, y callas cuando destruye el impío al más justo que él". No entendía el profeta cómo Dios podía tolerar a los injustos que oprimían a los israelitas, pero en su comunicación con Dios llegó a entender que "Jehová está en su santo templo"; es decir, Dios no está dormido y no ignora nada de las injusticias aquí en la tierra. Todo mal será rectificado, porque Dios siempre tiene la última palabra. Con toda humildad, pues, el profeta concluye diciendo, "Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación" (3:17,18).

          La red está en las manos de Dios. No está en las manos de los hombres. No está bajo el control de los más grandes reyes de la tierra. Los más grandes, los más famosos, los más ricos y los más poderosos serán llevados al juicio por la red barredera. El que siempre se encarga del destino de todos es Dios. Es necesario que siempre tengamos presente esta verdad. Dios no ignora nada. El es muy bondadoso, misericordioso y paciente. No quiere que nadie perezca (1 Timoteo 2:4; 2 Pedro 3:9). Pero el juicio viene. ¡Ineludiblemente viene! (Rom. 14:12; 2 Corintios 5:10; Gálatas 6:7,8).

          Los peces buenos serán recogidos en cestas o vasijas apropiadas. ¿No dice Cristo que volvería al Padre para preparar "mansiones" (Juan 14:1-3)? Abraham esperaba esta ciudad (Hebreos 11:10), una ciudad con fundamentos, una residencia per­manente (en la tierra solamente moraba en tiendas como pere­grino). Lázaro fue llevado al "seno de Abraham" cuando murió (Lucas 16:22). Debemos anhelar "moradas eternas" (Lucas 16:9).

          Los malos serán echados al "horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes". Véanse Mateo 3:12; Marcos 9:43-48; Apocalipsis 14:11.

          La lección de la separación final de los malos y buenos se enseña a través del Nuevo Testamento. El mensaje de la parábola de la cizaña es que es necesario esperar hasta el fin para ver esta separación. No viene antes del fin del mundo. Mateo 25 presenta la separación de los malos y buenos desde tres aspectos: V. 1-13, la separación de las diez vírgenes con el énfasis sobre la preparación o la falta de ella. V. 14-30, la parábola del siervo inútil (Mateo 25:30) es otra parábola acerca de la separación final de malos y buenos. V. 31-46 describe la separación de malos y buenos usando la ilustración del pastor que separa las ovejas de los cabritos. Juan 5:29 dice, " y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación". 2 Tesalonicenses 1:6-10 describe la separación de los que obedecen al evangelio y los que no lo obedecen. La lección en estos textos es, desde luego, la necesidad de creer en Jesús, arrepentirnos, confesar nuestra fe en El, ser bautizados para el perdón de pecados y ser fieles hasta aquel día de separación.

          13:51 -- Jesús les dijo: ¿Habéis entendido todas estas cosas? -- ¿Cuáles? Las parábolas del capítulo 13. Jesús les explicó las parábolas del sembrador y de la cizaña y el significado de las otras es más o menos claro; se explican solas. También les explicó el propósito de las parábolas (v. 10-17): son para ampliar el conocimiento de los discípulos y para confundir a los incrédulos. Es muy importante entender. (1) Mateo 24:15 "el que lee en­tienda"; (2) Jesús "les abrió el entendimiento" (Lucas 24:45). (3) El eunuco quería entender, Hechos 8:30-34. También nos conviene a nosotros preguntarnos, ¿Hemos entendido es­tas cosas? Debemos entenderlas para poder aplicarlas a nuestra vida y también para poder explicarlas a otros.

          --  Ellos respondieron: Sí, Señor. – Entenderían mejor. Entendieron lo que Jesús les decía, pero les faltó la experiencia necesaria para comprender bien la pro­fundidad de estas enseñanzas. Años después, sin duda, ellos recordaron esa ocasión re­conociendo que en aquel momento habían tenido una comprensión limitada de esas enseñanzas. Pero ellos tenían mucha ayuda. Andaban con Jesús, el Perfecto Maestro, y sin duda les explicaba estas ver­dades varias veces. Entonces cuando Jesús ascendió al cielo y vino el Espíritu Santo para recordarles lo que Jesús les había enseñado y para guiarles a toda la verdad (Juan 14:26; 16:13), se perfeccionó su entendimiento.

          13: 52  El les dijo: Por eso todo escriba docto en (que ha sido instruido en, FL; hecho un aprendiz o discípulo del reino, ATR; convertido en un discípulo de LBLA) el reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas. -- Los escribas copiaban las Escrituras y, por eso, eran reconocidos como conoce­dores de ellas. Los escribas que fueron instruidos en el reino de los cielos poseen y enseñan tesoros tanto del Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento. Los apóstoles sabían el Antiguo Testamento y ahora reciben la instrucción de Cristo (el Nuevo Testamento).

          Todo maestro debe ser alumno. Esdras 7:6,10, "Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos". Esdras era buen ejemplo de un maestro que con diligencia estudia­ba la ley de Dios para poder enseñarla a otros. 2 Timoteo 2:2, "Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar tam­bién a otros". Aquí se ve una "cadena" de alumno-maestro. Pablo enseña a Timoteo para que enseñe a hombres fieles para que éstos sean idóneos para enseñar a otros. Las Escrituras nos hacen completamente adecuados para en­señar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia (2 Timoteo 3:16,17). No es posible ser obrero eficaz sin ser alumno eficaz.

           -- es semejante a un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas. -- ¿Habría algo nuevo para judíos? ¿Habría verdades nuevas para los judíos? No creían en "cosas nuevas". Esto fue el grande error de los judíos. Jesús traía "cosas nuevas". El evangelio era nuevo. El reino era nuevo. Estaba llegando una nueva dispensación. Jesús era el mediador de un nuevo testamento. Ahora había nuevas prome­sas.

          Y también traía cosas viejas, cosas guardadas para la ocasión especial. Jesús no vino para menospreciar las cosas viejas (Mateo 5:17-20), sino para cumplirlas (Lucas 24:44,45). Jesús no quería que sus discípulos olvidaran la ley antigua. Romanos 15:4; 1 Corintios 10:6,11. El Antiguo Testamento --  con los eventos, ejemplos y lecciones que contiene -- es suma­mente valioso para el discípulo del reino de los cielos. Los evangelistas y otros maestros que no utilizan frecuentemente el Antiguo Testamento no son escribas doctos en el reino. Su en­señanza no es adecuada. Para el entendimiento claro del Nuevo Testamento es indis­pensable estudiar el Antiguo Testamento. Por ejemplo, Mateo con­tiene muchas citas del Antiguo Testamento. Para entender Hebreos es necesario estudiar Levítico. Romanos, Gálatas y varios otros libros se refieren al Antiguo Testamento. Apocalipsis contiene muchas referencias al Antiguo Testamento.

          El error grande y serio de los es­cribas y fariseos fue que no querían saber nada nuevo. No querían ser escribas doctos que podrían convertirse en discípulos para entrar en el reino de los cielos. La verdad es que no respetaban debidamente al Antiguo Testamento, sino que enseñaban sus propias tradiciones y, por lo tanto, no se preparaban para recibir las cosas nuevas de Cristo.

          Nos conviene sacar cosas viejas y nuevas. Lo importante es que nosotros aprovechemos tanto los tesoros viejos como los tesoros nuevos. La Biblia es un solo libro. El mensaje es uno. Jesús dijo que "era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos" (Lucas 24:44). Este mismo evangelio de Mateo bien ilustra el tesoro de armonizar las cosas nuevas de Jesús con las cosas viejas del Antiguo Testamento. El apóstol Pablo es un ejemplo excelente de un maestro bien preparado en la cosas viejas que se preparó también para enseñar las cosas nuevas (el evangelio). Los escritos de este apóstol son riquísimos -- un verdadero tesoro -- porque presentan la armonía entre el mensaje del Antiguo Testamento y el mensaje del evange­lio de nuestro Señor Jesucristo.

          13:53 -- Aconteció que cuando terminó Jesús estas parábolas, se fue de allí. 54  Y venido a su tierra, -- (Nazaret, Mar. 6:1-6; Luc. 4:16-3; Mat. 2:23, “vino y habitó en la ciudad que se llama Nazaret”, Luc. 1:26, 27; 2:4, 39, 41, 51; Jn. 1:45). Jesús no era “nazareo” (Núm. 6), sino “nazareno” (de Nazaret).

          -- les enseñaba en la sinagoga (4:23) de ellos, -- Luc. 4, “16  Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. 17  Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: {Isa. 61. 1-2.} 18  El Espíritu del Señor está sobre mí,  Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;  Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;  A pregonar libertad a los cautivos,  Y vista a los ciegos;  A poner en libertad a los oprimidos;  19  A predicar el año agradable del Señor (Lev. 25, el año del jubileo era tipo de las bendiciones de Cristo). 20  Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él.  21  Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”. Jesús citó esta profecía mesiánica y afirmó que “Hoy se ha cumplido” porque El era el Mesías que había de venir. El ya había predicado a los pobres, sanado a los quebrantados de corazón, pregonado libertad a los cautivos, dado vista a los ciegos, puesto en libertad a los oprimidos y predicado el año agradable del Señor. El campo principal de su ministerio había sido allí mismo en Galilea. En Mat. 11:2-6 (Luc. 7:22) Jesús aplica Isa. 61 a sí mismo; es decir, El había hecho las señales que el Mesías había de hacer y, por eso, El era el Mesías.

          -- de tal manera que se maravillaban, y decían: ¿De dónde tiene éste esta sabiduría y estos milagros? -- Luc. 4: 22, “Y todos daban buen testimonio de él, y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca”.. Algunos judíos decían que “de Beelzebú”. El, sin embargo, les decía repetidas veces que había descendido del Padre.

          13:55 -- ¿No es éste el hijo del carpintero? – Mar. 6:6, “¿No es éste el carpintero?” Cuando Jesús comenzó su ministerio “tenía unos treinta años” (Luc. 3:23). Antes de eso era carpintero.

          -- ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas?  56  ¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todas estas cosas?  57  Y se escandalizaban (a causa) de él. – No podían creer que uno de ellos, un hombre criado en medio de ellos en Nazaret podría ser el Mesías. Esto era increíble y no lo podían aceptar.  Lucas 4 nos relata el sermón que Jesús predicó en Nazaret: “23  El les dijo: Sin duda me diréis este refrán: Médico, cúrate a ti mismo; de tantas cosas que hemos oído que se han hecho en Capernaum, haz también aquí en tu tierra.  24  Y añadió: De cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su propia tierra. {Jn. 4. 44.}  25  Y en verdad os digo que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en toda la tierra; {1 Reyes 17. 1.}  26  pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón. {1 Reyes 17. 8-16.}  27  Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio. {2 Reyes 5. 1-14.}  28  Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira; 29  y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos, para despeñarle.  30  Mas él pasó por en medio de ellos, y se fue”. Los profetas Elías y Eliseo hicieron milagros entre otros pueblos por causa de la infidelidad de los israelitas; de esa manera los gentiles recibieron las bendiciones de Dios que habría dado a Israel a no ser por sus rebeliones contra El. Así también Cristo hizo señales entre otros porque los de su pueblo no creían en El (Mat. 13:58). “Se llenaron de ira” por varias razones: (1) tal vez porque Jesús se comparaba a sí mismo con estos dos profetas ilustres; (2) porque Jesús les decía en efecto que ellos no eran dignos de sus bendiciones; (3) aunque Jesús sí obraba entre el pueblo de Dios en Capernaúm y en otros pueblos, la implicación de estas ilustraciones (de los milagros de Elías y Eliseo entre gentiles) es que Jesús también tendría bendiciones para los gentiles. Todo esto fue muy ofensivo y ellos “se escandalizaron” (tropezaron). En lugar de aceptar la verdad optaron por enojarse y matarlo.

          Jesucristo, el Señor Dinámico. En esta ocasión y en varias otras nuestro Señor Jesucristo mostró claramente su valentía y liderazgo. Cuando “le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte … para despeñarle”, pero “él pasó por en medio de ellos y se fue”. ¿Fue milagro? El texto no dice que fue milagro ni tampoco lo implica. Jn. 10, “39  Procuraron otra vez prenderle, pero él se escapó de sus manos”.

          Tuvo que ser un Líder Dinámico para limpiar el templo. Lo hizo dos veces. Obsérvense bien los detalles (Jn. 2:13-18; Mat. 21:12, 13). Marcos 2, “15  Vinieron, pues, a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo; y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas;  16  y no consentía que nadie atravesase el templo llevando utensilio alguno”. ¡No hizo milagro! Simplemente se encargó de un trabajo necesario, trabajo de Dios, de limpiar su casa. ¿Dónde estaban y qué hacían los oficiales? ¿Por qué no le interrumpieron? Nuestro Señor Jesucristo no era solamente manso y humilde, sino también era “el León de la tribu de Judá” (Apoc. 5:5).

          Véase Juan 18, “3  Judas, pues, tomando una compañía de soldados, y alguaciles de los principales sacerdotes y de los fariseos, fue allí con linternas y antorchas, y con armas.  4  Pero Jesús, sabiendo todas las cosas que le habían de sobrevenir, se adelantó y les dijo: ¿A quién buscáis?  5  Le respondieron: A Jesús nazareno. Jesús les dijo: Yo soy. Y estaba también con ellos Judas, el que le entregaba.  6  Cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron, y cayeron a tierra”. ¿Fue milagro? Juan no dice nada de milagro. Era simplemente la presencia dinámica de Jesús. El pronunciaba las palabras “Yo Soy” (Ex. 3:14; Jn. 4:24; 5:58) como el Ser Omnipotente y Eterno y sus enemigos “retrocedieron, y cayeron a tierra”. Lamentablemente hay millones que profesan ser discípulos de Jesús que no lo conocen.

          -- Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa. {Jn. 4. 44.} — No podían negar que Jesús había hecho verdaderos milagros (v. 54), porque los había hecho en Caná y en Capernaúm que estaban ubicados unos pocos kilómetros de Nazaret, pero no querían juzgar la sabiduría y las obras maravillosas de Jesús de manera objetiva. Todo era subjetivo y personal. Le tenían envidia y no querían aceptarlo como superior a ellos. Aunque en otras partes le sobraba fama, los de Nazaret pensaban de la siguiente manera: “él es uno de nosotros, es de aquí, lo conocemos bien, como también a su familia, es un mero carpintero, etc.; por eso, no puede ser alguien importante”. La familiaridad extrema de su humanidad ordinaria evitó que creyeran en su divinidad. La familiaridad engendra el desprecio.

          13:58 -- Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos. – Jn 7, “5  Porque ni aun sus hermanos creían en él”. Mar. 6, “6  Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos”. Los que sufrieron la consecuencia negativa de su incredulidad eran los enfermos. Mat. 4, “le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos; y los sanó”, pero no fue en Nazaret, sino en “toda Siria”. Amaban su orgullo (envidia, prejuicio) más que amaban a sus propios enfermos. Además, quedaron sin explicación de lo que había causado tanta admiración aun entre ellos mismos.

          María y sus hijos. Este texto destruye la mentira del dogma llamado “Virginidad perpetua” del catolicismo.

Afirmar que “hermanos” significa “primos hermanos” está totalmente sin base. Véase 12:46, notas.

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