Mateo 22

 

          22:1 -- Respondiendo Jesús, les volvió a hablar en parábolas, diciendo: ... ¿A qué respondió? No respondió a una pregunta o argumento de ellos, sino a su actitud odiosa, a su pensamiento y propósito de matarlo (21:46). Entonces Jesús pronuncia esta parábola que tiene el mismo propósito que la parábola de los labradores malvados (21:33-46); en las dos El les habla del juicio que les espera por causa de su rechazamiento de su Mesías. Algunos suponen que esta parábola es la misma que la de Lucas 14:16-24; es semejante en algunos puntos pero no es la misma. La parábola de Lucas 14 se refiere a las invitaciones que Dios ha hecho a través de Moisés y los profetas, por Juan y Jesús, por los doce y los setenta y por último por los apóstoles cuando salieron a predicar a todas las naciones. Luc. 14:23, “fuérzalos a entrar”, mejor “oblígalos” (LBLA), 2 Cor. 5:11, 14. Pero la parábola de Mat. 22:1-14, aunque sea muy semejante en algunos aspectos a la de Lucas 14, es más severa. El que invita en Lucas 14 es “un hombre”, pero en Mateo 22 el que invita es un rey a quien nadie debe ignorar o despreciar. La cena no debe ser despreciada porque es “la fiesta de bodas” de su hijo. La conclusión de Lucas 14 (v. 24) es que “ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará de mi cena”, pero la conclusión de la de Mateo 22 es que el rey se enojó y “destruyó a aquellos homicidas, y quemó su ciudad” (v. 7), porque no solamente despreciaron la invitación, sino que también afrentaron y mataron a los siervos del rey que les invitaban. Esta parábola, pues, coincide con 21:41, “a los malos (labradores) destruirá sin misericordia”.

          22:2 -- El reino de los cielos es semejante (puede compararse a) a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo; -- Algunos aspectos del reino de los cielos (gozo, honor) son semejantes a una fiesta de bodas. Efes. 1:3, "nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo": perdón, redención, reconciliación, conciencia limpia, comunión con Dios y con los fieles, y la esperanza de vida eterna. En varios textos la ilustración de una fiesta se usa para indicar la felicidad del pueblo de Dios, porque pinta la imagen de la gente que se regocija, reclinándose a la mesa, comiendo la mejor comida, con sus familiares y amigos. En esta parábola se agrega el aspecto real; están en la presencia del rey, celebrando las bodas de su hijo.

          El diablo convence a mucha gente que la obediencia al evangelio destruye toda felicidad y solamente produce la tristeza, pero la palabra "evangelio" significa "buenas nuevas", porque es como una fiesta de bodas. Trae la verdadera felicidad.

          22:3 -- y envió a sus siervos a llamar a los convidados a las bodas; mas éstos no quisieron venir -- (literalmente, "llamar a los llamados"). Así fue la costumbre de aquel tiempo. "Cuando se enviaban las invitaciones a los familiares y amigos especiales para una fiesta importante, como un casamiento, no se les ponía fecha. Cuando todo estaba listo y dispuesto, se enviaba a los sirvientes a decir a los invitados que fueran a la fiesta" (WB). Estos ya habían sido invitados, pero ahora les vuelven a invitar, avisándoles que el tiempo de la fiesta ha llegado.

          No es necesario definir precisamente los "siervos" de los versículos 3, 4. La idea es que desde el tiempo de Abraham los israelitas habían sido invitados a la fiesta del Mesías, mayormente por Moisés y "mis siervos los profetas". Entonces Jesús, Juan, los doce y los setenta anunciaron que el tiempo ya se había acercado. Desde el día de Pentecostés se predicó el evangelio en su plenitud; la "comida" estaba preparada en el sentido completo y los "convidados" (los judíos) recibieron la invitación específica del evento de parte de los apóstoles. Pero los judíos rechazaron a Cristo, el evangelio y la iglesia. No querían nada de la gran fiesta preparada para ellos por Dios. ¡Pudieron venir, pero no quisieron venir! Aquí está el problema. Hay docenas de pretextos y excusas, pero la sencilla explicación es que "no quisieron venir". Están "resueltos" a no ser salvos. Véase Jn. 5:40. Hay muchas personas que simplemente no quieren el gozo y alegría del evangelio.

          No solamente mostraron la indiferencia, sino también la violencia. Los judíos se oponían a la verdad aun con violencia, pero ante los ojos de Dios ¿será peor la violencia que la indiferencia? Verdaderamente la indiferencia insulta a Dios.

          22:4 -- Volvió a enviar otros siervos, diciendo: Decid a los convidados: He aquí he preparado mi comida; mis toros y animales engordados (novillos y reses cebadas) han sido muertos, y todo está dispuesto; venid a las bodas. -- Ha llegado el "cumplimiento de los tiempos". "El reino se ha acercado". Dios ofrece ahora mismo el perdón, la paz, victoria sobre el pecado, consuelo, y el cielo mismo.

          Esta parábola bien ilustra la paciencia y persistencia del Señor: 1) envía una invitación general, 2) envía a sus siervos para llamar a los convidados, y 3) envía a otros siervos, explicando los detalles de su preparación y repitiendo la invitación. Dios envió a Moisés y los profetas para llamar a su pueblo a través de los años, y por último envió a Juan, a Cristo y a los doce para que predicaran a todas las naciones (28:19).

          22:5 -- Mas ellos, sin hacerle caso, se fueron, uno a su labranza, y otro a sus negocios; -- Esta conducta fue muy insultante y despreciativa. ¡Menospreciaron la fiesta de bodas que el rey preparó para su hijo! Trataron la invitación con desprecio y desdén. Tenían actitud muy fría hacia el rey. Para ellos era mejor comer en casa que comer la comida especial preparada por el rey. Se atrevieron a insultar al rey. Jesús no dice que éstos se fueran a cometer actos inmorales, sino que "se fueron, uno a su labranza, y otro a sus negocios". La mayoría de los que no aceptan la invitación de Cristo no son hombres y mujeres inmorales, sino personas enteramente entregadas a las cosas de esta vida, y simplemente no tienen "tiempo" para las cosas de Dios (no es cuestión de "tiempo" sino de "deseo" o interés). Estos se preocupan por las cosas terrenales y no por las cosas celestiales, por las cosas del cuerpo y no por las del alma. La parábola de Luc. 14:15-24 enfatiza las "excusas" de los que no quieren ir a la cena.

          Mat. 13:15 habla de los que no oyen la llamada de Cristo, pero ¿por qué no oyen? ¿Qué ocupa su atención? Lo que ocupa la atención de muchos es la labranza y los negocios. Hay muchas personas que no dan atención al evangelio porque dan toda la atención a las cosas de esta vida, cosas que en sí mismas no son malas.

          Véase Luc. 8:14; 21:34; Fil. 4:6. Se preocupan por las cosas que se ven y se olvidan de las que no se ven. Están totalmente entregados a los negocios y placeres de la vida y no quieren fijarse en las cosas de Dios. Estos -- al igual que los judíos que rechazaron a Cristo -- se roban a sí mismos de todos los beneficios y bendiciones del reino mesiánico.

          ¿Cómo manifiestan esta misma actitud de indiferencia y desprecio hoy en día? De muchas maneras:

                   1. No solamente los del mundo sino también algunos miembros de la iglesia tienen esta actitud hacia la iglesia y hacia la asistencia a las reuniones, las clases bíblicas, los cantos, las oraciones, la cena, la ofrenda, la comunión con hermanos, en fin, el arreglo divino (un banquete verdadero).

                   2. Sant. 4:13-17. No toman en serio lo frágil de la vida y la certeza de la muerte. Prov. 27:1; 2 Reyes 20:1.

                   3. Heb. 6:6. Una causa común de la apostasía es la indiferencia.

                   4. El plan de salvación. 1 Ped. 4:17,18; 2 Tes. 1:7-9. Los que desprecian el plan de Dios para salvarnos (el evangelio) desprecian la salvación de su alma. Compárese Gén. 19:14, la actitud de los yernos de Lot (cuando Lot les dijo, "Levantaos, salid de este lugar; porque Jehová va a destruir esta ciudad. Mas pareció a sus yernos como que se burlaba (bromeaba)". Así son los mundanos hoy en día. También véase Ezeq. 33:32, 33, "Y he aquí que tú eres a ellos como cantor de amores, hermoso de voz y que canta bien; y oirán tus palabras, pero no las pondrán por obra. Pero cuando ello viniere (y viene ya), sabrán que hubo profeta entre ellos". Así piensan muchos del hermano que predica un buen sermón.

                   5. Este es el descuido más serio. Todos saben que no deben descuidar cosas importantes (los hijos, la salud, la casa, el dinero, el empleo, y muchas otras cosas), pero el descuido de la salvación es mucho más serio, Heb. 2:3; 12:25.

                   6. Los que no hacen caso al llamamiento de Dios también hacen caso omiso de su propia conciencia. Los que ignoran su propia conciencia están en gran peligro del castigo eterno.

          22:6 -- y otros, tomando a los siervos, los afrentaron y los mataron. -- Algunos desprecian la invitación, no haciendo caso de ella, pero otros afrentan a los siervos de Dios (predicadores y otros) con calumnias y aun con violencia. Esta conducta -- que bien describe la conducta de los judíos -- mereció el castigo del rey. Persiguieron a los profetas, a Juan, a los apóstoles y a la iglesia.

          22:7 -- Al oírlo el rey, se enojó; y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y quemó su ciudad. -- Dios tomó muy en serio las injusticias contra sus siervos (véanse Mat. 23:34-36; Hech. 7:52). En cuanto a estos hombres ingratos el propósito del rey no se llevó a cabo, porque rechazaron la bondad que el rey quería mostrarles. Los ejércitos romanos bajo Tito, el hijo del emperador Vespasiano, sitiaron a Jerusalén en el año 70 d. de J.C. y la quemaron (Mat. 23:37, 38; 24:1, 2, 15-; Luc. 19:41-44). La historia de los judíos habría sido muy distinta si hubieran aceptado a Cristo. Pero después de rechazar a Cristo iban de mal en peor, provocando y rebelándose contra Roma hasta que por fin sus rebeliones no se toleraban más y Roma destruyó la ciudad de Jerusalén y el templo y hubo una matanza horrible del pueblo. (Los cristianos judíos obedecieron las instrucciones de Jesús y huyeron de la ciudad para evitar la matanza, (24:15-18)).

          Conviene mencionar aquí que los que rechazaron la invitación sufrieron un castigo doble: ellos no solamente fueron castigados, sino también perdieron todo el gozo que hubieran recibido participando en la fiesta de bodas. Asimismo los que van al infierno recibieron doble castigo: no solamente sufren el tormento del infierno, sino también sufrirán el remordimiento recordando que perdieron el gozo del hogar celestial.

          22:8 -- Entonces dijo a sus siervos; Las bodas a la verdad están preparadas; mas los que fueron convidados no eran dignos. -- Compárese Hech. 13:46, "no os juzgáis dignos de la vida eterna". Así es que todos los que no se preparan para ir al cielo; se condenan solos.

          22:9 -- Id, pues, a las salidas de los caminos, y llamad a las bodas a cuantos halléis. – El evangelio fue predicado primero a los judíos, pero después a los gentiles. La expresión "salidas de los caminos" se refiere a los lugares donde había mucha gente que salía del pueblo o entraba en él (compárense la terminal de los autobuses, el mercado, la plaza). En Luc. 14:21 vemos que los mensajeros fueron enviados primero a las calles y plazas de la ciudad, y después dice, "Vé por los caminos y por los vallados".

          En esta parábola vemos la paciencia de Dios (Rom. 2:4; 2 Ped. 3:15). Aunque muchos rechacen el evangelio, El sigue repitiendo la invitación a otros, aun a los que según el mundo son completamente indignos de estar en la fiesta del rey. La invitación del evangelio es para todos. Dios no hace acepción de personas (Hech. 10:34, 35). Todos -- sin excepción -- son invitados (compelidos, constreñidos) a entrar, para que el hijo del rey tenga una gran fiesta de bodas. Por lo tanto, hay mucho énfasis en este mismo libro de Mateo, como también en el resto del Nuevo Testamento, que son bienvenidos los pecadores (publicanos, rameras, etc.), personas que nunca esperaban recibir invitación de entrar en el reino de Dios. Véanse Mat. 4:16; Jn. 10:16; 11:52.

          Este texto enfatiza la gracia del Señor. También enfatiza lo universal de la Gran Comisión (Mat. 28:19; Mar. 16:15). El deseo intenso de Dios es que todos sean salvos (1 Tim. 2:4; 2 Ped. 3:9).

          Algunas iglesias de Estados Unidos tienen la costumbre mala de mudarse a otra parte de la ciudad cuando los barrios donde han estado por muchos años llegan a ser más pobres, y llegan los "menos deseables". Tales iglesias venden su propiedad y compran o construyen edificios en los suburbios. Esto indica que quieren cierta clase de gente en la iglesia. Es bueno que haya edificios adecuados en cualquier colonia, pero la predicación del evangelio no debe dirigirse exclusivamente ni a los ricos ni a los pobres, ni a los educados ni a los analfabetos. Todos necesitan el evangelio.

          22:10 -- Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron a todos los que hallaron, juntamente malos y buenos; y las bodas fueron llenas de convidados (comensales, los que se reclinaban a la mesa). -- La expresión, "malos y buenos" se refiere a las normas humanas, porque en realidad ante los ojos de Dios todos han pecado. Luc. 5, “30  Y los escribas y los fariseos murmuraban contra los discípulos, diciendo: ¿Por qué coméis y bebéis con publicanos y pecadores? 31  Respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.  32  No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento”. Desde luego, los escribas y fariseos estaban tan perdidos como los demás, pero Jesús habla de “justos” conforme al concepto de sus detractores. Si hubiera hombres verdaderamente buenos, no necesitarían el evangelio. Todos los hombres que, según los judíos, eran malos (publicanos, rameras, y mayormente los gentiles) también son invitados. Esto muestra la diferencia entre la actitud de Dios y la de los judíos (compárese Luc. 15:1, 2). También recuérdese 1 Cor. 6:9-11; el evangelio convierte aun a los homosexuales.

          El rey estaba resuelto a llevar a cabo su plan. La fiesta no fue cancelada. "Así es que el desprecio y los ultrajes de parte de la nación judaica no impidieron que el Mesías tuviera un pueblo (Juan 6:37), ni que la humanidad gozara de los beneficios mesiánicos, el banquete de la salvación" (JAB). Si algunos rechazaron la invitación del rey, otros la aceptaron y la fiesta se llevó a cabo. Es obvio que Cristo se refiere a la predicación del evangelio entre los gentiles. Después de la destrucción de Jerusalén, la mayoría de los que llenaron la casa de Dios eran gentiles. Esta parábola sigue con el mismo mensaje que la anterior; por ejemplo, Mat. 21:41 dice, "A los malos destruirá sin misericordia, y arrendará su viña a otros labradores, que le paguen el fruto a su tiempo".

          22:11 -- Y entró el rey para ver a los convidados, y vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda, -- Todos los convidados tuvieron que llevar "vestido de boda". Algunos suponen que estos fueron suplidos por el rey, pero esto no se ha comprobado. Todos son invitados pero también todos tienen que vestirse de manera apropiada para la ocasión. Esta es una advertencia contra la hipocresía. El “hombre que no estaba vestido de boda” vino de "las salidas de los caminos" y entró con su ropa ordinaria. Este hombre representa a los que quieren ser salvos a su propia manera, sin aceptar las condiciones nombradas por el Rey.

          El rey abre la puerta a todos, manifestando una bondad maravillosa, pero esto no quiere decir que la gente pueda abusar de la bondad del rey. Los que aceptan la invitación del rey para asistir a la fiesta y participar del gozo de la ocasión deben ser respetuosos, responsables y sumisos a la voluntad del rey. En cuanto a la invitación del Rey Jesús, los que aceptan la invitación deben arrepentirse y bautizarse con toda sinceridad (Mat. 4:17; Hech. 2:38; Rom. 6:3, 4), porque "todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos" (Gál. 3:27). La persona que participa de la fiesta del rey debe tener el carácter y conducta apropiados.  Los que aceptan la  invitación del evangelio pero rehúsan vestirse del nuevo hombre (Efes. 4:22-32) serán condenados. El respeto demanda que se lleve el vestido apropiado. Dios castigará a los que hacen una profesión hueca de querer participar de la fiesta del Rey. Los que asisten al banquete del rey llevando vestidos sucios serán castigados severamente, porque éstos insultan al Rey. (Conviene mencionar que el vestido apropiado no es -- como algunos evangélicos suponen -- la justicia personal de Jesucristo contada al creyente verdadero. Tal enseñanza calvinista no se encuentra en el Nuevo Testamento).

          Así será en el fin del mundo. El rey examinará el "vestido" (la vida, el carácter) de cada uno de los que aceptaron su invitación.

          22:12 -- Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar vestido de boda? Mas él enmudeció. -- "Amigo"; ¡palabra cortante! El profesó ser amigo, aceptó la bondad del rey (como Judas aceptó el apostolado), pero no cumplió con el requisito de llevar vestido apropiado para presenciar las bodas. Dios hará esta pregunta a toda persona que hace una profesión vana de creer en Cristo y de amar a Dios. "No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios" (1 Cor. 10:21).

          El hombre enmudeció, porque estaba sin excusa. No dijo, "Pero soy pobre". Apoc. 19:7, 8, "Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos". Obsérvese que el lino fino es las acciones justas de los santos. 1 Jn. 3, “7  Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo”.  Isa. 61:10, "En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas". Véanse también 2 Cor. 11:2, 3; Efes. 5:26, 27.

          Actualmente los hermanos negligentes están sin excusa. Nadie puede decir, "No soy fiel porque mi empleo demanda tanto tiempo". Si el empleo de algún hermano le debilita espiritualmente, ¿qué debe hacer? Jn. 6:27. Pero muchos miembros de la iglesia se convencen de que están justificados aunque descuiden su alma (su salvación) por causa del negocio o el empleo.

          Tampoco pueden culpar a la familia. Aunque alguna hermana tenga esposo incrédulo que le estorbe, ella puede y debe seguir sirviendo al Señor con toda fidelidad. Aunque los padres o los esposos o los hermanos todos estén en contra de nosotros, debemos llevar el vestido de boda.

          Muchos miembros dejan de asistir a las reuniones por causa de problemas en la iglesia. Desde luego, los que causan los problemas y escándalos en la iglesia darán cuenta a Dios (Mat. 18:6, 7), pero los demás miembros deben seguir fieles a pesar de tal prueba.

          Hay miembros que se divorcian de sus cónyuges no por causa de la fornicación, sino simplemente porque éstos son "insoportables", y vuelven a casarse. Si estos siguen como miembros de la iglesia, están participando de la fiesta del Rey sin llevar "vestido de boda".

          Algunos miembros de la iglesia se dejan llevar por errores doctrinales enseñadas por ciertos hermanos "de reputación". Cuando esto sucede, estarán sin excusa. Si alguien sufre por haber escogido algún médico o abogado o mecánico incapacitados, ¿quién tiene la culpa? ¿Cuál será la excusa de la persona que lo haya ocupado?

          Por eso, tenemos que concluir que fue un caso de descuido y negligencia, y aun de rebelión contra el rey (compárese Mat. 25:24, "el siervo negligente"). El reconoció que no estuvo bien, que su vestido no fue apropiado, y que pudo haberse vestido correctamente. El simplemente había entrado en la fiesta con su propia ropa, pensando "estoy bien así como estoy". Así piensan muchos al entrar en la iglesia; no se despojan del viejo hombre para vestirse del viejo hombre (Efes. 4:22-32). Siguen en la iglesia con el mismo carácter que tuvieron en el mundo.

          22:13 -- Entonces el rey dijo a los que servían: Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. -- El no usó correctamente los pies y manos para honrar al rey y, por eso, fue atado de pies y manos y echado fuera. La conducta de este individuo fue un insulto al rey; aceptó la invitación pero deshonró al rey.

          22:14 -- Porque muchos son llamados, y pocos escogidos. -- Los que no quieren vestirse de Cristo serán rechazados en el Día Final, junto con los judíos que rechazaron a Cristo. Muchos textos enseñan que Dios dio preferencia a los judíos, el pueblo escogido bajo el Antiguo Testamento. Rom. 1:16 lo dice claramente. El evangelio fue predicado primeramente a los judíos. El ministerio de Jesús se dedicó a los judíos (Mat. 10:5,6). El evangelio fue predicado por los apóstoles primeramente a los judíos (Hechos 1:8; 2:1-47). Sin embargo, estas parábolas de Mateo 21, 22 describen correctamente el tratamiento de Jesús de parte de su propio pueblo, los judíos (los que fueron convidados primero), y también el castigo justo que recibirán de Dios.

          22:15 -- Entonces se fueron los fariseos y consultaron cómo sorprenderle en alguna palabra; -- "consultaron" ("deliberaron", LBLA); querían formular alguna estrategia eficaz como lo hacen los militares para derrotar a sus enemigos. Lucas 20:19 agrega que "los principales sacerdotes y los escribas" estaban involucrados en esta maniobra; ("sorprenderle", "pagideuo, entrampar, poner lazos o trampas", WEV). Los fariseos no descansarían hasta que hubieran crucificado a Jesús. Quedaban bien asustados por la fama e influencia de Jesús después de la resurrección de Lázaro (Jn. 11:48-53), y estaban resueltos a acabar con esa amenaza a su poder sobre el pueblo. Además estaban enfurecidos por las parábolas en las que Jesús pintaba una imagen tan clara de la conducta y condenación de ellos.

          Algunos abogados tratan de enredar a los testigos para que éstos se contradigan y desacrediten su testimonio. No les hacen preguntas para obtener información, sino para proponerles dilemas de los cuales no pueden escapar. Tales interrogadores exigen que el testigo conteste sus preguntas con una sola palabra, que sí, o que no, cuando muchas veces no es posible responder así. Tales preguntas no se hacen con sinceridad, sino para poner trampas.

          22:16 -- Y le enviaron los discípulos de ellos con los herodianos, diciendo: Maestro, sabemos que eres amante de la verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios, y que no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de los hombres.  – “De esta manera, su veracidad irreprochable, su exhibición verídica del ‘camino de Dios’, su desatención a la oposición humana y a las distinciones de rango y poder, rasgos distintivos de carácter que deberían provocar admiración, trataron de usar como instrumentos para su destrucción” (JWM).

          22:17  Dinos, pues, qué te parece: ¿Es lícito dar tributo a César, o no? -- La palabra “dilema” se define de la siguiente manera: “Argumento que presenta al adversario una alternativa de dos proposiciones tales que resulte confundido cualquiera que sea la suposición que escoja” (Larousse); es decir, cualquier respuesta a tal argumento no será favorable para el que responda, sino que le dejará involucrado en problemas de alguna clase. Hablando en forma general, cuando uno confronta un dilema, no hay salida buena. Algunos hablan de los dos “cuernos” de un dilema; los discípulos de los fariseos querían “colgar” a Jesús en uno de los cuernos del dilema propuesto por ellos. Querían que Jesús les diera una sencilla respuesta de que sí o que no, pero Jesús no cayó en su trampa; no había dilema para El. ¿Cuáles fueron – según el plan de ellos – las dos alternativas o opciones de Jesús?

          (1) Que si contestara que deben pagar los impuestos, entonces iba a perder su popularidad, porque los judíos, siendo súbditos de los romanos, tenían que pagarles impuestos, pero de muy mala gana. Si Jesús hubiera dicho que sí es necesario pagar los impuestos, entonces los fariseos le habrían acusado de traidor a la nación de Israel, y habrían enfatizado que el verdadero Mesías nunca diría tal cosa porque al contrario éste quitaría el yugo de Roma. Gamaliel dijo que “se levantó Judas el galileo, en los días del censo, y llevó en pos de sí a mucho pueblo”, Hech. 5:37. Esto ocurrió “en los días del censo” que tuvo que ver con la imposición de impuestos romanos que causó tanto resentimiento entre los judíos. La oposición al impuesto romano fue la causa de otra insurrección de los judíos en el año 66 d. de J. C., de la cual resultó la destrucción de Jerusalén en el año 70.

          (2) Que si contestara que no deben pagar los impuestos, entonces los herodianos habrían ido directamente a Pilato con esas noticias y éste, en turno, habría enviado soldados de una vez para prender a Jesús como sedicioso y alborotador. Luc. 20, “20  Y acechándole enviaron espías que se simulasen justos, a fin de sorprenderle en alguna palabra, para entregarle al poder y autoridad del gobernador”. Los judíos le acusaron falsamente (Luc. 23:2, “que prohibe dar tributo a César”). Jesús no prohibió tal cosa.

          Los fariseos creían, pues, que cualquier respuesta dada por Jesús le sería muy problemática, sea con los judíos o con los romanos. Es lo que fariseos deseaban. Para ellos no había otra alternativa. Creían que podían pintar a Jesús como rebelde contra Roma o, de otro modo, como traidor contra la nación de Israel. Lo que ellos ignoraban era que verdaderamente había otra alternativa, porque los judíos podían someterse a los romanos y pagar los impuestos y al mismo tiempo mantener su fidelidad a Dios. Los cristianos tienen la misma alternativa (Rom. 13:1-7; 1 Ped. 2:13-17).

          22:18 – “Pero Jesús, conociendo la malicia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis, hipócritas?” -- Jesús mostró en esta oportunidad exactamente lo que significa ser no solamente “sencillos como palomas”, sino también “prudentes como serpientes”. Estaba dispuesto a contestar esta pregunta importante (muchos judíos sinceros querían saber la respuesta), pero antes de contestarla, era necesario exponer la hipocresía y malicia de los fariseos. Su fingida admiración de Jesús era hipocresía, y su fingida lealtad a César (Jn. 19:15) también era hipocresía.

          En varias ocasiones Jesús demostró su omnisciencia al manifestar que El sabía los pensamientos de la gente (Mateo 9:4; 12:25; 22:18; Luc. 5:22; 11:17); por eso, estaban sin excusa estos que llegaron a Jesús fingiendo la piedad y proponiendo una pregunta tan capciosa.

          22:19 – “Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario”, -- la moneda romana de plata con la cual se paga el impuesto romano.  Mar. 12:15, “Traedme la moneda para que la vea”; o más bien, para que ellos se fijaran en ella, porque esa misma moneda llevaba prueba irrefutable de lo que Jesús iba a decir en ese momento. Jesús, el perfecto Maestro, otra vez les dio una lección objetiva. Compárense Mat. 18:2; 21:19; Jn. 13:5, etc.

          22:20, 21 – Entonces les dijo: ¿De quién es esta imagen, y la inscripción? Le dijeron: De César. Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios”. La palabra “dar” es “apodidomi … entregar de vuelta, devolver , pagar lo que se debe”. El dinero que usaban los judíos era de César; por lo tanto, deberían devolvérselo. Sin embargo, la imagen de Dios está grabada en nosotros mismos (Gén. 1:26, 27) y, por lo tanto, debemos devolver nuestra vida a El (ver. 37). Estaba grabada en la moneda la imagen de la cabeza de César, y la inscripción decía, “Tiberio César, el hijo Augusto del Augusto Divino”. Los fariseos no querían ni siquiera mencionar la inscripción tan odiosa a los judíos, porque proclamaba la divinidad del emperador.

          La moneda con su inscripción daba prueba de que el gobierno romano estaba establecido en esa tierra. Los judíos usaban la moneda romana, y aceptaban los beneficios ofrecidos por el gobierno romano, pero no querían pagar el impuesto. Lo que Jesús les dijo implicaba que si los judíos usaban el dinero de César, era justo que pagaran el impuesto a César, pero agrega que debemos dar a Dios lo que es de Dios, afirmando así la soberanía absoluta de Dios. (Además, la practica de devolver a Dios lo que es de Dios destruye la idolatría).

          Esta enseñanza se explica más ampliamente en Rom. 13:1-7 y 1 Ped. 2:13-17. El gobierno civil ha recibido la autoridad que tiene de Dios, Jn. 19:11. Los “testigos” del Atalaya enseñan que no se puede saludar la bandera de su patria, pero en esto como en muchas otras cosas demuestran su rebelión contra la palabra de Dios. El único problema para la conciencia del cristiano sería que el gobierno exigiera algo que contradijera la voluntad de Dios y en ese caso el cristiano tiene que ser fiel a Dios, cueste lo que cueste (Hech. 4:19; 5:29).

          No había, pues, ningún dilema para Jesús. La primera parte de su respuesta agradó a los herodianos y la última parte de su respuesta agradó a los judíos.

          22:22 – “Oyendo esto, se maravillaron, y dejándole, se fueron”. --         Se maravillaron de que Jesús descubriera inmediatamente la trampa de ellos, de que escapara tan fácilmente del supuesto dilema propuesto por ellos, de que no promoviera la revolución contra los romanos aunque El mismo pensaba establecer su reino, y de que El no fuera afectado por la lisonjería. Seguramente en ese momento se acabó la esperanza de muchos judíos de que Cristo fuera el Mesías militar tan deseado.

          22:23  Aquel día vinieron a él los saduceos, que dicen que no hay resurrección, -- Hech. 23, “8  Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, {Mar. 12. 18; Luc. 20. 27.} ni ángel, ni espíritu”. Desde luego, si decían que no hay espíritu, tampoco habría ángeles (Heb. 1:14) y no habría necesidad de la resurrección del cuerpo, porque en la resurrección los cuerpos se unen con sus espíritus. Sin embargo, las Escrituras enseñan claramente que el espíritu existe (Ex. 3:6; Ecl. 12:7; Zac. 12:1; 1 Tes. 5:23; Sant. 2:26, etc.).

          -- y le preguntaron,  24  diciendo: Maestro, Moisés dijo: Si alguno muriere sin hijos, su hermano se casará con su mujer, y levantará descendencia a su hermano. {Dt. 25. 5.}  25  Hubo, pues, entre nosotros siete hermanos; el primero se casó, y murió; y no teniendo descendencia, dejó su mujer a su hermano.  26  De la misma manera también el segundo, y el tercero, hasta el séptimo.  27  Y después de todos murió también la mujer.  28  En la resurrección, pues, ¿de cuál de los siete será ella mujer, ya que todos la tuvieron? – Sin duda este fue el argumento favorito y más “fuerte” de los saduceos, y probablemente con él hubieran ganado muchos debates con los fariseos. Sin lugar a dudas solucionar tal problema habría sido demasiado difícil aun para Salomón, pero el argumento tendría mérito solamente si en la resurrección todavía existiera el estado matrimonial. Los saduceos cometieron un error que es demasiado común en el mundo religioso, el de sacar una deducción o conclusión errónea de cierto texto bíblico. Ellos torcieron las Escrituras al concluir que esta ley de Deut. 25:5 de alguna forma afectaran a los que resuciten de los muertos.

          22:29  Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios. 30  Porque en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino que serán como los ángeles de Dios en el cielo. -- Si los saduceos hubieran “leído” este texto de las Escrituras (Ex. 3:6, 15, 16; 4:5; Gén. 26:24; 28:13), habrían aprendido que Abraham, Isaac y Jacob aún viven, pues ni siquiera los saduceos afirmarían que Dios es Dios de los muertos. ¿No habían leído Ex. 3:6; Sal. 16:9-11; Dan. 12:2, 3? ¿No creían que 1 Reyes 17:22; 2 Reyes 4:35; 13:21 hablan de la resurrección literal del cuerpo?

          Ignoraban las Escrituras, y torcían las que usaban. Deut. 25:5 obligaba a los israelitas a perpetuar las familias de cada tribu. Dios no quería que desapareciera el nombre (linaje) de ningún israelita, pero no había nada en esa ley que enseñara o implicara que habría matrimonio después de la muerte porque la vida eterna significa que ya no habrá muerte. En esta vida el matrimonio es necesario porque los hombres mueren y es necesaria la procreación para reemplazar a los muertos, pero “en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo”. Los saduceos mostraban su ignorancia de las Escrituras cuando enseñaban que si hubiera resurrección, las relaciones humanas tendrían que continuar como aquí en la tierra. Es cierto que Jesús aclara bien esta cuestión, pero las Escrituras del Antiguo Testamento no enseñaban tal doctrina. Los saduceos mostraban su ignorancia, pues, porque “introducen una premisa falsa, una que es absolutamente ajena a Moisés, es decir, que en el otro mundo, las mismas condiciones prevalecen que existen en este mundo” (RCHL).

          Los “mormones” cometen el mismo error que los saduceos porque enseñan el matrimonial celestial. Practican “matrimonios de templo para tiempo y eternidad”. Son saduceos modernos. (Los testigos del Atalaya también son saduceos porque niegan la existencia del espíritu). Los mormones enseñan que la relación matrimonial continúa en la vida eterna para multiplicar la raza humana. Por esa razón se casan en su templo para solemnizar el matrimonio para la eternidad, no solamente con una mujer sino con varias. (Véanse Doctrinas y convenios, sección 132; también Mormonism – Shadow or Reality?  455sig.,; 475, sobre las ceremonias en el templo). (De esta doctrina carnal de los mormones, se puede concluir lógicamente que la “esperanza” de la devota mormona es la de estar eternamente embarazada).

          También los saduceos ignoraban el poder de Dios, suponiendo que si hubiera resurrección Dios tendría que resucitar al cuerpo con las mismas características que tiene en este mundo. En esto estaban equivocados, porque en la resurrección seremos como los ángeles. No habrá matrimonio porque ya no habrá “varón y hembra” (Gén. 1:27), y no se casan para tener hijos porque nadie muere. En la resurrección abandonamos tales características humanas y tendremos las cualidades de espíritu que pertenecen a los ángeles de Dios.

          Luego, por su propia autoridad, Jesús afirma explícitamente que “en la resurrección ni se casan ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo”.

          22:31  Pero respecto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os fue dicho por Dios, cuando dijo:  32  Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob ? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. – Si los patriarcas viven, entonces hay vida después de la muerte, pero el espíritu no está completo sin cuerpo. Cuando el hombre muere está sin cuerpo y por eso “desnudo”, pero “no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos” (2 Cor. 5:3, 4). Los saduceos no podían refutar este argumento. Tuvieron que  admitir que la prueba de la existencia del espíritu humano aparte del cuerpo era prueba también de la realidad de la resurrección (JWM).

          22:33  Oyendo esto la gente, se admiraba de su doctrina. – La gente no solamente quedaba maravillada cuando Jesús hacía milagros, sino también cuando El enseñaba (7:29). Verdaderamente su doctrina es admirable.

          22:34  Entonces los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos, se juntaron a una.  35  Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo:  36  Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? – Probablemente creían que Jesús nombraría uno de los diez mandamientos, pero Jesús citó Deut. 6:5 y Lev. 19:18, y afirmó que “De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas”.

          22:37  Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 38  Este es el primero y grande mandamiento. – La palabra corazón se usa en la Biblia para incluir el intelecto, la voluntad, las emociones y la conciencia. Este mandamiento significa, pues, amar a Dios con todo el ser.

          22:39  Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. -- Luc. 10:25-28 es una ilustración excelente de este segundo mandamiento, porque para los judíos (como muchos otros) el significado de “prójimo” era muy limitado. En la parábola del buen samaritano Jesús nos hace ver que aun los enemigos son nuestros prójimos (Mat. 5:43-48) y que la palabra amar significa tener buena voluntad hacia otros para ayudarles.

          22:40 -- De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas. – El primer mandamiento abarca los primeros cuatro del decálogo, y el segundo mandamiento abarca los otros seis mandamientos. Mat. 7, “12  Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas”; Rom. 13:8-10, “el amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor”;  Gál. 5:14, “porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”; Sant. 2:8, “Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis”.

          22:41  Y estando juntos los fariseos, Jesús les preguntó,  42  diciendo: ¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo? Le dijeron: De David. -- Jesús ya había confundido a los fariseos y saduceos y ahora El mismo tomó la ofensiva haciéndoles una pregunta que no se atreverían a contestar. Lo hizo para exponer su ignorancia del significado de las profecías del Antiguo Testamento, para humillarlos y, de esa manera, para disminuir la confianza que la gente tenía en ellos como guías. También les hizo esta pregunta para hacerles reconocer la naturaleza verdadera del Mesías; es decir, que el Hijo de David era superior a David mismo, porque su descendiente era su Señor. Esta pregunta no es exactamente como la de Mat. 16:13, " ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?" No pregunta qué dicen o qué piensan de Jesús (su persona, su obra), sino "¿Cuál es vuestra opinión sobre el Cristo (el Mesías)?" (LBLA), mayormente en cuanto a su genealogía.

          Tiene que ver con el concepto de la gente de su Mesías venidero. Es una pregunta específica: "¿De quién es hijo?" Contestaron, "de David" (Mat. 1:1; 2 Sam. 7:13; Sal. 78:68-72; 89:3, 20-37). El Mesías es Personaje divino. Los judíos no creían esto, y no querían creerlo. Solamente querían un Mesías político, un rey nacional, que venciera a sus enemigos y exaltar en toda manera posible a la nación de Israel, devolviéndola a la gloria que gozaba bajo el reinado de David y Salomón. Por lo tanto, aunque Jesús hacía muchos milagros, el pueblo no quería creer en su divinidad. Sin embargo, la gente sí llamaba a Jesús "Hijo de David", Mat. 9:27; 12:23; 15:22; 20:30; 21:9.

          22:43  El les dijo: ¿Pues cómo David en el Espíritu (2 Sam. 23:2; Hech. 2:30, habló por inspiración) le llama Señor, (por eso, el Mesías tenía que estar en existencia en ese entonces) diciendo: 

          22:44  Dijo el Señor a mi Señor:  Siéntate a mi derecha,  Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies {Sal. 110:1}? – Este lenguaje indica que el Hijo de David sería el Señor, con poder, honor y gloria (Hech. 2:34; Efes. 1:20) hasta que tuviera a sus enemigos bajo sujeción (Sal. 2:9,12; Heb. 10:13; 1 Cor. 15:25).

Todos los enemigos de Cristo que se levanten contra El serán sojuzgados.

          22:45  Pues si David le llama Señor, ¿cómo es su hijo?  -- Esta es una pregunta sencilla, pero tenía significado profundo. Si el Cristo era el hijo de David y al mismo tiempo el Señor de David, entonces tuvo que ser no solamente humano, sino también divino. Nació de mujer (del linaje de David) pero, siendo Dios, era Señor y Maestro.

          22:46  Y nadie le podía responder palabra; -- porque no creían que el Cristo sería divino, ni mucho menos que Jesús era divino. Juan 8:56-59; 10:29-33, pero no podían negar que lo que Jesús decía de sí mismo armonizaba perfectamente con el Sal. 110:1.

          -- ni osó alguno desde aquel día preguntarle más. – De esta manera terminaron los interrogantes. ¿Para qué seguir preguntándole si cada vez que le hicieron preguntas quedaron avergonzados? Sus preguntas revelaron que no eran sinceros, pero en realidad esto ayudó la causa de Cristo. Las controversias entre Cristo y los líderes religiosos eran pruebas intelectuales. Jesús había hecho muchos milagros en Galilea y aun en Judea para dar amplia evidencia de que El es el Hijo de Dios (Jn. 20:30, 31). Con razón, pues, en estos días finales de su vida daba prueba de su superioridad de conocimiento, intelectualidad y capacidad como debatista.

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