Bautismo en el Espíritu Santo

          "Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego". Así dijo Juan el bautista (Mateo 3:11). El libro de Hechos registra solamente dos ejemplos de este bautismo.

          Primero, los apóstoles fueron bautizados con el Espíritu Santo. "Y estando juntos, (Jesús) les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días" (Hechos 1:4, 5). En el siguiente capítulo de este mismo libro (2:1-4) Lucas dice, "Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen". Jesús había dicho a sus apóstoles que "el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho... él os guiará a toda la verdad" (Juan 14:26; 16:13). Es precisamente lo que pasó. El Espíritu Santo vino sobre los apóstoles el día de Pentecostés, y desde aquel día les revelaba el evangelio de Cristo (el Nuevo Testamento).

          También Cornelio y su casa fueron bautizados con el Espíritu Santo (Hechos 10, 11). Lo explica el apóstol Pedro: "Y cuando comencé a hablar, cayó sobre ellos también, como sobre nosotros al principio. Entonces me acordé de lo dicho por el Señor, cuando dijo: Juan ciertamente bautizó en agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo. Si Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios?" (Hechos 11:15-17). ¿Estorbar qué? Léase Hechos 10:47, 48. Se refiere al bautismo en agua de Cornelio y su casa. "¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros? Y mandó bautizarles en le nombre del Señor Jesús".

          La promesa de Juan el bautista (Mateo 3:11) es citada solamente estas dos veces (Hechos 1:5; 11:16). Todos saben que los apóstoles fueron bautizados en el Espíritu Santo, y Pedro dice que Dios "les concedió también el mismo don que a nosotros al principio". Se refiere al bautismo de ellos (los apóstoles) el día de Pentecostés; es decir, no había otro caso comparable del bautismo del Espíritu Santo. Si hubiera habido otro caso del bautismo del Espíritu Santo después del día de Pentecostés, Pedro hubiera dicho que el bautismo en el Espíritu Santo de Cornelio era como el caso del etíope (Hechos 8), o como el caso de Saulo (Hechos 9), pero no podía hacerlo, porque había solamente dos ejemplos del bautismo en el Espíritu Santo: los apóstoles y la casa de Cornelio.

          Lucas explica cómo el Señor mostró al apóstol Pedro que ahora Dios "no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia" (Hechos 10:34, 35). De esta manera Dios abrió la puerta a los gentiles (las naciones, los no judíos). El bautismo con el Espíritu Santo de Cornelio y su casa era necesario para convencer a los judíos de este gran cambio. Al aprender que Cornelio había recibido el mismo don que los apóstoles, los hermanos judíos "glorificaron a Dios, diciendo: ¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!" (Hechos 11:18).

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