Estudie por sí mismo
"Si un ciego guía a otro ciego, los dos caen en el hoyo" (Mateo 15:14). Nadie puede negar esto. Entonces, ¿por qué permiten tantas personas que otros les guíen religiosamente? Desde luego, si se sabe que cierto guía es ciego, ¿quién le segará? El problema es que la gente no cree que sus guías sean ciegos.
En primer lugar, ¿quiénes son los ciegos? Los que no saben la voluntad de Dios, sino que siguen religiones humanas. De estas Jesús dice, "Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada" (Mateo 15:13). La planta de la cual habla es la religión de tradiciones humanas (Mateo 15:9). No saben la voluntad de Cristo porque "Han cerrado sus oídos, y han cerrado sus ojos para no ver, para no oír con los oídos, ni entender con su corazón" (Mateo 13:15). No les falta inteligencia, sino que simplemente rehúsan estudiar las Escrituras y pensar por sí mismos. Aunque los fariseos y escribas eran guías ciegos, el pueblo judío dejaba que los ciegos estudiaran y pensaran por ellos.
¿No sabían los fariseos y escribas la ley de Dios? La sabían, pero la substituían por sus tradiciones y con estas quebrantaba la ley. Si el pueblo hubiera estudiado y pensado por sí mismo habría visto esta anomalía y habrían dejado de seguirles, pero pocos lo hacían. Tenían confianza en sus maestros que se dedicaban a estudiar y a enseñar y, por eso, no estudiaban por sí mismos.
Lo mismo sucede ahora. Hay hombres muy inteligentes, educados, capacitados que rehúsan estudiar la Biblia por sí mismos, porque ponen su confianza en sus líderes religiosos porque éstos son profesionales "y deben saber lo que hacen". Estos se dedican a estudiar y enseñar y los hombres más preparados en otras cosas -- profesionales, políticos, empresarios, educadores -- no investigan la Palabra de Dios por sí mismos, sino que dejan sus almas en manos de los profesionales. El problema es que millones de profesionales son ciegos guías.
Dios no prohíbe que la gente estudie y piense por sí misma; por el contrario, dice que los de Berea eran "nobles" porque "examinaban cada día las Escrituras para ver si esas cosas eran así" (Hechos 17:11). 2 Pedro 1:20 ("ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada") no quiere decir que la gente no debe leer y estudiar la Biblia por sí misma, sino, como el v. 21 explica, "porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana". Pedro no habla del estudio de las Escrituras sino de la fuente de la profecía.
Dios dice a todos, "Someted todo a prueba, retened lo bueno" (1 Tesalonicenses 5:21). También dice, "Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad si los espíritus son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido al mundo" (1 Juan 4:1). Estos "espíritus" tienen cuerpos; son maestros, y muchos son falsos. Estas exhortaciones no se dirigen solamente a los que predican y enseñan, sino a todo el mundo.
Estimado amigo, ¿es usted un ciego que sigue a otro ciego? Contestará que no, pero ¿cómo sabe? Muchísimas personas simplemente siguen en la religión de sus padres, o siguen a ciertos maestros porque parecen ser piadosos, etc. Pero, ¿ha hecho usted un estudio intensivo de la Biblia usted mismo? ¿Ha analizado con cuidado la Palabra de Dios? Si no lo ha hecho, es indispensable que lo haga. ¡Su salvación depende de ello!
En el Día Final "cada uno de nosotros dará cuenta a Dios de sí" (Romanos 14:12). Ningún otro responderá por uno. No habrá ningún sacerdote, pastor, evangelista, padre o madre, ni nadie que pueda responder por nosotros. En aquel día no habrá argumentos con el Juez. No habrá excusas. Los que habrán obedecido al evangelio y seguido fieles hasta la muerte serán salvos. Los otros no.
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